HISTORIALES DE LA HISTERIA: CASO EMMY VON N.
HISTORIALES DE LA HISTERIA: CASO EMMY VON N.
EMMY VON N.
(40 anos, de Livonia) 1889. -1er. Caso tratado
El 1 de mayo comenzó el tratamiento de esta paciente, que fue el primer caso de histeria que Freud tratara con el método de la hipnosis, aprendió con Breuer, es decir, a la hipnosis convencional le agregaba la cura por la palabra, la abreacción.
Emmy era histérica y con rapidez caía en el sonambulismo, fue mi primer intento, nos cuenta Freud, de manejar el método terapéutico.
Anamnesis:
Habla trabajosamente, con voz queda, balbucea hasta llegar casi al tartamudeo. Se observan en los músculos del rostro y cuello, frecuentes contracciones a modo de tics, a menudo interrumpe el hablar por un sonido como un chasquido, difícil de reproducir, este chasquido constaba de varias partes y después, amigos de Freud conocedores de la caza le dicen que ese chasquido es el que realiza el “urogallo” en celo.
Lo que dice es coherente e inteligente, también interrumpe a veces el discurso con la fórmula protectora: “quédese quieto, no me hable, no me toque”, a la vez que se le desfigura el rostro con expresión de horror.
Esta intercalación concluye de manera repentina, así como comenzó, y la enferma prosigue su relato normalmente. Se trata de un delirium histérico, que se alterna con un estado de conciencia normal, del mismo modo que se intercala un tics con un movimiento voluntario, sin perturbarlo ni mezclarse con él.
Su familia es alemana, y siendo muy joven se casa con un industrial bastante mayor que ella, que muere repentinamente. Ella menciona este suceso como desencadenante de su enfermedad. Desde la muerte de su marido, hace 14 años, ha estado siempre enferma. Tiene dos hijas, de 14 y 16 años.
Acepta, sin objetar palabra, la propuesta que le hace Freud de internarse, separándose de su familia para su curación, en un sanatorio donde él la visitaria todos los días.
A continuación Freud transcribe de su cuaderno de notas, los diálogos que mantuvo con la paciente durante 15 días, vamos a extraer de ellos el material que creemos importante, la cronología la leerán en el libro.
Entonces, dice Freud: me llama la atención que cada vez que abre la puerta sin ser anunciada, ella se sobresalta. Le propone someterla a la hipnosis, lo cual ella acepta sin resistencia. El tratamiento propuesto era el siguiente: baños y masajes dos veces al día, y la sugestión hipnótica.
Al preguntarle Freud por que se aterroriza tanto, ella responde “son recuerdos de mi niñez” y enumera una serie de ocasiones traumáticas: a los 5 años, un hermano solía arrojarle animales muertos, como ratas; después, a los 7 años vio a la hermana en el ataúd; el hermano la asustaba envuelto en una sábana, como fantasma; vio a una tia en el ataúd y de pronto se le cayo la mandibula; a los 15 años encuentra a su madre en en el suelo con un ataque de apoplejía; relata que su propia madre pasó un tiempo en el manicomio y que le contaba relatos escalofriantes de cosas que ella escuchaba allí; que a los 15 años cuando vuelve a su casa encuentra muerta a su madre con el rostro deformado.
Mi terapia, dice Freud, consiste en borrarle esas imágenes de cadáveres para que no vuelvan a presentarse ante sus ojos. Como apoyo a la sugestión, le tacho con cruces varias veces sobre los ojos. Con respecto al tics, ella cuenta que apareció hace 5 años junto al lecho de su hija, que estaba muy enferma y ella quería mantener total silencio, en su lugar aparecía el chasquido de la lengua.
Es realmente curioso porque el sonido que hace el urogallo es tal, que los cazadores lo bautizan como “amores que matan” en la época del celo, lo viven tan intensamente que son presa fácil por el sonido fuerte que emiten, que incluye una serie de posturas en el cuello.
Además de la hipnosis, Freud conversaba con Emmy mientras le daba el masaje, y no era una conversación inocente, sino una conversación llena de contenido, ya que ella sola se entregaba a las asociaciones, de manera inesperada. Ella relataba para Freud otras ocasiones traumáticas, o recuerdos, sin que él se lo pidiera, entonces, hallamos aquí el primer indicio de lo que luego Freud definirá y conceptualizara como Asociación Libre, una herramienta de la práctica técnica del psicoanálisis. “Es como si se hubiese apoderado de mi procedimiento y aprovechara la conversación, guiada por el azar, para complementar la hipnosis.
La frase “quédese quieto” ella la asocia a una alucinación donde ve animales que se le tiran encima, en movimiento.
En “no me toque”, en referencia a una vez que su hermano enfermo, que tomaba morfina, en un exceso de dosis, solía echarle mano repentinamente, (a los 19 anos); en como un conocido se volvió loco de repente y la tomó en sus brazos (todas escenas sexuales), la última a los 28 años, como en un acceso de fiebre su hija la agarra tan fuerte que no la deja respirar.
Todas las sugerencias pedagógicas fracasaron con Emmy.
Freud aclara que en ese momento él no investigó a fondo, pero que podría haber sido también, una zoofobia, un caso de neurosis mixta.
El delirio histérico, este delirio con los animales de Emmy fue la última perturbación importante observada por Freud para indicarle lo que tenía que hacer, desterrar el recuerdo por ejemplo, anular la imagen del horror, pero no para hallar la causa del trauma, la causa de los síntomas, sino el recuerdo traumático y abreaccionarlo. Estaba bajo el influjo del libro de Bernheim sobre la sugestión, y así con ese influjo mejoró de tal manera la paciente que luego de un tratamiento de semanas, Freud le da el alta.
Ella aseguraba sentirse tan bien como antes de la muerte del marido. Después de unos meses, se entera por Breuer que a raíz de una enfermedad ginecológica de la hija, que no pueden resolver, lo culpa a Freud y a N. de haberle tratado a la hija una enfermedad grave, como si hubiese sido leve, y allí, dice Freud, canceló mediante un gesto de voluntad mi tratamiento, cayendo en los mismos estados de los cuales yo la había librado.
La convence Breuer de que se trate con un médico de la alta Alemania, ya que no quería ver a Freud, este le pasa el caso clínico y el método usado con la paciente, pero ella no se lleva bien con el médico, y entonces, después de un año, decide volver a Viena a ver a Freud.
2o. Tratamiento: su queja, esta vez era: “un revoltijo en la cabeza”, además de insomnio y llanto desconsolado, tartamudeaba, tenía el chasquido de la lengua, y se restregaba las manos, ante la visión de un animal decía “quédese quieto”. Esta vez le costó más hipnotizarla hasta que finalmente en un episodio ella se niega. Entonces Freud, colocandose en un lugar de autoridad, le da 24 hs. Para pensar sus palabras y reflexionar, si ella no cambiaba de opinión, él dejaba de tratarla.
El episodio fue en relación al alimento, ya que no quería comer casi, ni beber agua mineral, cuando bajo hipnosis él le indica que lo haga, ella se queja de dolores de estómago y lo hace responsable de su achaque. El responde que sus dolores sólo se deben a que comió y bebió bajo un estado de angustia y que por ello es el malestar. Ella le arroja una mirada furiosa, y por primera vez se niega a la hipnosis.
La respuesta que recibe Freud al día siguiente era la que él quería escuchar y la paciente le aclara: “solo lo hago porque usted lo cree así”. La vuelve a hipnotizar y dice de los episodios lo siguiente: que no puede comer porque de chica por portarse mal en la mesa, ya que no quería comer su plato de carne, la madre la obligaba y no la dejaba levantar hasta que la comiese, que le daba asco.
Otra escena: el hermano tenía una enfermedad grave y contagiosa, ella comía con él para no segregarlo, pero al mismo tiempo lo hacía con mucho cuidado de no tocar sus cubiertos.
El agua: toda la familia contrajo una afección de estómago una vez por el agua, tampoco el agua mineral que le habían recetado como medicina mejoró las cosas, ya que ella pensó: “eso no servirá de nada”, por lo tanto fue la que más tardó en curarse.
Este efecto terapéutico de la hipnosis fue inmediato y duradero, después de esa sesión ella comenzó a beber agua y a comerse toda la comida del plato.
Freud le da nuevamente el alta. Al año siguiente Emmy le consulta por su hija mayor, la de la afección ginecológica, que se había vuelto rebelde y violenta contra la madre. Todos los hijos del primer matrimonio del padre tenían paranoia, y la familia de la madre no tenían buenos antecedentes tampoco, si bien ninguno había caído en una psicosis, con lo cual la prognosis era desalentadora.
Emmy estaba fortalecida, se ve que le había hecho bien la terapia, se había reconciliado, de alguna manera, con la profesión.
En 1893 recibe Freud una carta donde ella pide autorización para atenderse con otro médico por el método de la hipnosis.
Epicrisis:
No hay duda de que el caso de Emmy Von No era una histeria: los delirios fácilmente desarrollados, y alucinaciones, la alteración de la personalidad a pesar de conservar intactas sus cualidades intelectuales, la anestesia en la extremidad dolorosa, ciertos datos de la anamnesis.
Consideramos los síntomas histéricos como unos afectos y restos de excitaciones de influencia traumática sobre el sistema nervioso.
Tales restos no quedan pendientes cuando la excitación originaria fue drenada por abreacción o un trabajo del pensar. Aquí uno ya no puede negarse a tomar en cuenta unas cantidades, aunque no mensurables de excitación, llegadas al sistema nervioso, que no habiéndose empleado en la acción conveniente para dirigirla hacia fuera, queda y se transpone en un síntoma permanente. Escogemos el término “conversión” para la transposición de la excitación psíquica en síntoma corporal permanente, que constituye la característica de la histeria.
El caso de Emmy muestra un monto pequeño de conversión, más bien la excitación permanece en su origen, en el ámbito psíquico, por ello puede asemejarse a aquellas neurosis que no son histéricas.
Los síntomas psíquicos de nuestro caso de histeria son: alteración del carácter (angustia, depresion melancolia), fobias y abulias (inhibiciones de la voluntad), esta última atribuida por Freud a la fobia, como una manifestación o síntoma secundario de aquella. En su mayoría, estos síntomas demuestran haber sido determinados por sucesivas vivencias traumáticas, a diferencia de los franceses que creían en degeneración hereditaria.
Las fobias, algunas de ellas, corresponden a las fobias primarias que corresponden al humano, sobre todo las fobias a los animales como los sapos, serpientes, sabandijas, sin embargo estas fobias se consolidaron en Emmy por refuerzo de situaciones traumáticas, por ejemplo: el miedo a los sapos fue en ocasión de que su hermano le arrojara en la infancia un sapo muerto.
Las fobias más específicas también están justificadas por motivos más particulares: miedo a la locura; a que le suceda un hecho repentino inesperado. Todos estos factores psíquicos pueden explicar la elección pero no la permanencia de las fobias, esto último se lo debemos adjudicar a un carácter exclusivamente neurótico y de origen sexual, la abstinencia que guardaba Emmy frente a su viudez, lo cual constituye la mayoría de las veces, una inclinación a la angustia.
El estado psíquico de esta paciente se caracteriza porque los afectos penosos permanecen sin tramitar, el dolor, la angustia.
Y en segundo lugar, se produce una viva actividad mnémica que a veces de manera espontánea, a veces provocada, evoca en el momento actual, pieza por pieza, los traumas junto con el afecto concomitante.
Estos dos caracteres valen todos los fenómenos histéricos. No se puede postular una misma derivación para todos los síntomas corporales de la enferma, por ejemplo, los dolores eran sin duda de base orgánica, condicionados por alteraciones reumáticas, aunque, otra parte de los dolores eran, seguramente, recuerdos de dolor, es decir, símbolos mnémicos de la época en que vivió esas emociones junto a esos enfermos que tanto tiempo le demandaron en su vida.
Con respecto al chasquido, Freud dice que es muy común en los neuróticos provocar la reacción contraria a aquella que se proponen, entonces, si su deseo era mantener un silencio extremo, por temor a hacer ruido que despertase a la niña, este temor se convierte finalmente en realidad. Este ruido provocado contra su voluntad produjo en ella tal espanto que en sí mismo tiene eficacia traumática como un síntoma. El chasquido y el tartamudeo se convirtieron en síntomas permanentes a raíz de su repetición en otra ocasión parecida.
Los síntomas motores como el chasquido, el tartamudeo, las fórmulas protectoras, el paroxismo histérico, son histéricos; no lo son los calambres en la nuca, que Freud concibe como migrañas modificadas.
La confusión alucinatoria la engloba dentro del delirio histérico, que dice que al principio del tratamiento duraba casi todo el dia, y entonces resultaba difícil separarlo de la conciencia normal, solo con posterioridad (nachtraglich) se lograba discernir que era parte del delirio y no del estado normal.
La enferma no tenía ningún recuerdo de lo que decía en este estado de delirio, salvo bajo hipnosis. Como sonámbula era extrovertida y se relacionaba con Freud con confianza, no siendo así en estado despierto, más bien era distante y desconfiada.
Tampoco bajo hipnosis revelaba todos los detalles, muchas veces daba noticias incompletas y solo bajo mi insistencia, dice Freud, le arrancaba yo ese complemento. Toda vez que no logré convencerla con mis argumentos, pretendia influirla con una sugestión autoritaria, entonces ella respondía a la orden, con el agregado, “solo porque Ud. lo desea”.
Su éxito fue tan nulo como cuando le impartía tantas enseñanzas generales, sólo abandonaba los síntomas tras un convencimiento psíquico, y era allí cuando se mostraba dócil.
Como es habitual en la hipnosis, combati las representaciones patológicas, continúa Freud, con aseguramientos, prohibiciones, introducción de representaciones contrarias. Solo se eliminaron de manera completa los síntomas en los cuales yo había ejecutado un análisis psíquico. El éxito terapéutico en conjunto fue considerable pero no duradero, no se eliminó la aptitud para enfermar ni para padecer nuevos traumas. “Me llama la atención que en ninguna comunicación de la paciente, aludiese a un episodio sexual, pero sí creo que le daba intensa lucha a esta pulsión, la más poderosa de todas. Un día me confesó que ella quería volver a casarse pero que no lo hacía por sus hijas”.
“Triunfar sobre las necesidades sexuales no es sin serias luchas, sin sufrimiento de otra índole y agotamiento psíquico”
Quien quisiera emprender la curación definitiva de una histeria debería encontrar el nexo entre los fenómenos, con mayor profundidad de lo que yo lo hice”.
Miguel Oscar Menassa
FREUD Y LACAN -hablados- 4
(Primer caso de histeria tratado por el Dr. Sigmund Freud)