La Depresión una enfermedad sin rostro
PONENCIA INAUGURAL. VI Congreso Internacional Grupo Cero
La Depresión una enfermedad sin rostro 1998
DIFERENCIA ENTRE SALUD Y ENFERMEDAD
UN EJEMPLO: DUELO Y MELANCOLÍA
V
He preparado quince intervenciones para hablarles de la dificultad en la cual me veo. Por ejemplo un pequeño paréntesis, nunca me gustó dar las conferencias inaugurales de los Congresos porque es el momento del Congreso donde hay menos gente, siempre pasa lo mismo, son a las 10 de la mañana. A mí me gustaría dar la ponencia inaugural a las 8 de la noche, pero nunca, nunca tuve esa suerte, siempre envidio a mis discípulos que con eso de que son más jóvenes hablan a las 8 de la noche. Una de las ponencias que seguramente voy a publicar en alguna revista, que no voy a tratar hoy, era una ponencia donde de una manera brillante, saliéndome de mi capacidad como escritor había preparado, una conferencia de ocho páginas donde ustedes no entendían absolutamente nada y yo quedaba bien; esa era una. Después preparé otra conferencia donde yo hablaba de los pacientes con cierto grado de depresión o melancolía que yo había tratado a lo largo de 30 años que llevo de ejercicio, bueno por decir una cifra, creo que son más de 30 años, serían 30 años si hubiera empezado a los 27 y a los 27 años ya era director del Grupo Cero.
Otro paréntesis, recordé un médico que hizo un tratamiento para los chicos que se meaban en la cama. Era genial el tratamiento, el señor tenía el cien por cien de curación ¿qué hacía? Fácil. Se meaba un chico a las dos de la mañana y se levantaba a las dos de la mañana y le cambiaba las sábanas, se meaba un chico a las tres y media de la mañana, porque tenía varios chicos en un hospital, y le cambiaba las sábanas. Todos los chicos se curaban, el 100 por100 de curación, es decir, a lo largo de dos o tres meses, el niño no se meaba más. Entonces quiso hacer de esto un método terapéutico y hubo una época donde todos los médicos y las enfermeras se levantaban a cambiar las sábanas a los chicos y los chicos se seguían meando.
El método, la cura, tiene que ver con el curador. No quiero ilusionarlos, pero hasta los antibióticos según quién los receta hacen o no hacen el efecto para lo cual están encomendados. Los antibióticos, que supuestamente antibióticos…¿no doctora? Los medicamentos se pierden en la mente del paciente, los consejos del médico se pierden en la mente del paciente, es decir, la existencia del pensamiento inconsciente hace lábil cualquier cuestión que tenga que ver con el ser humano. La propia locura tan denostada y perseguida y tan mal entendida, anida en cualquiera de vosotros. A veces a la mañana temprano cuando os levantáis lo primero que hacen es rechazar, forcluir, el Nombre del Padre. SE mira al espejo y se dice: este mundo es una mierda. Una frase común de todos los días, que usted habrá dicho ayer y usted habrá dicho antes de ayer, usted vaya a saber si la dijo esta mañana por la cara que tiene. Ahí nos pasa lo mismo que pasa al loco, al psicótico, ahí es cuando pensamos que no provenimos de una mujer y un hombre, ahí es cuando pensamos que somos inmortales. Todas las cosas que le pasan al psicótico por padecer de los padecimientos que padece, por lo tanto, a pesar de que estaba en un paréntesis y enojado porque estaba dando la ponencia inaugural a las diez de la mañana cuando realmente a las diez de la mañana debería estar trabajando, pero sin embargo he entrado en la cuestión de las salud y la enfermedad. Con la presencia del concepto inconsciente también se hacen lábiles, es decir, es muy complejo determinar el límite entre la salud y la enfermedad. Tan complejo es y yo sé que hay psicoanalistas y hasta los podrán nombrar, que diagnostican a sus pacientes en las primeras entrevistas, pero nosotros sabemos que en psicoanálisis el diagnóstico se realiza a la culminación del tratamiento, es decir, cuando concluye el tratamiento el psicoanalista dice: He atendido, he tenido bajo tratamiento psicoanalítico a fulana de tal que padecía de fenómenos histéricos en tales y tales ocasiones, que se relacionaba de manera obsesiva con el padre; un leve toque paranoico de su personalidad permitió que escapara a Bulgaria a la persecución de la mujer eslava. Al finalizar el tratamiento, al finalizar el tratamiento, al finalizar… estaba hablando de ustedes que llegan tarde a las conferencias inaugurales y entonces normalmente en la conferencia inaugural que es una conferencia muy importante hay menos público, estaba hablando de ustedes.
Para los más inteligentes yo he planteado un problema, yo leeré después las páginas que preparé para ustedes, es decir, espero que alguno tome este problema y me gustaría que lo discutamos, problema del límite absolutamente fantasmal, precisamente fantasmal, que es lo que hace la escuela.
Un psicoanalista escucha, bueno fue lo primero que me pasó cuando entré en el campo, es decir, el psicoanalista con el cual yo supervisaba me dice: te envío una paciente un poco nerviosa. Yo la comencé a ver y realmente era una mujer, no era una chica, era una mujer, era mayor que yo, en aquella época, era una mujer muy nerviosa que había estado en tratamiento psiquiátrico, que ahora estaba internada en una clínica psiquiátrica con el diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Como el supervisor me la mandó como una chica nerviosa, a mí no me parecía nerviosa. Yo no voy a decir que era un genio cuando era joven, yo era tan estúpido como ustedes, es decir, que yo también creía que la persona estaba un poco loca y que el supervisor me había metido un paquete encima, enviándome a una chica nerviosa cuando en realidad yo no sabía atender a nadie y me había mandado un paciente psicótico de internación. Yo pensaba así, pero, sin embargo, obediente a la consigna del supervisor, yo empecé a escucharle… Bueno, era una gran poeta, era una gran poeta mal tratada por la psiquiatría, como después demostró, con los tres libros que publicó durante el tratamiento. Lo único que había cambiado no era ni siquiera mi escucha, porque yo era el que la tenía ahí, peleaba con ella y luchaba, mi escucha ni siquiera había cambiado, había cambiado la escucha de mi supervisor. Mi supervisor era el que pensaba que esta paciente no estaba loca y eso, esa escucha del supervisor era lo que había modificado la conducta y la vida de la paciente. Evidentemente yo estoy metido en el cuento porque yo después, por haberme comprobado de esa manera tan plástica, tratando a un paciente no como si fuera yo, con las cosas que yo pensaba, sino con las cosas que pensaba mi supervisor, terminé siendo psicoanalista.
Les acabo de plantear la absoluta necesidad de una cadena de transmisión para que existan los psicoanalistas. Es decir, que sin una Escuela de Psicoanálisis se nos hace casi imposible pensar la existencia de psicoanalistas. Planteé dos problemas. Planteé la debilidad de los conceptos de salud y enfermedad y planteé que para poder curar alguna enfermedad mediante el método psicoanalítico lo más importante es la formación del psicoanalista. Ni siquiera lo que el psicoanalista piensa o cree, sino lo que piensa y cree la Escuela a la cual pertenece. Yo sé que es una cosa compleja. El resultado final de haber hecho quince exposiciones, que después le voy a demostrar que las hice, porque las van a ir leyendo a medida que las vaya publicando, decidí que en Duelo y Melancolía Freud era el que mejor había hecho las cosas, quiero decir que después de quererme independizar, después de querer aparecer frente a ustedes como si yo fuera el inventor de algo, Freud me convenció que en esto de la depresión él tiene la última palabra, por lo tanto en realidad esto no va a ser ni siquiera una conferencia, sino que va a ser un apunte que he hecho del texto de Freud, Duelo y Melancolía, para que ese texto rija todo el Congreso, esto no es ninguna indicación sino que es la expresión de un miserable, pequeño, estúpido deseo inconsciente. Diferencias entre salud y enfermedad. Un ejemplo: Duelo y Melancolía.
Escribir estas páginas que espero puedan ser el Acto que abra sin más el VI Congreso Internacional del Grupo Cero, la Depresión –una enfermedad sin rostro-, me ha llevado 40 años. Esta Conferencia la comencé a escribir exactamente en el año 1958, año del comienzo de mi propio psicoanálisis, momento de mi primera depresión, al darme cuenta que no eran mis funciones cerebrales más inteligentes las que gobernaban mi vida sino que mi vida era gobernada por sencillas certezas inconscientes, pequeñas equivocaciones, gestos para nada sobresalientes, afectos absolutamente inútiles, sueños efímeros, amores sencillos, deseos, simples deseos inconscientes. Ya en esa época comencé a pensar que el duelo por las situaciones de cambio era necesario y nunca alcanzaba el grado de enfermedad y que la tristeza era un sentimiento que bien llevado se abría sin más a la libertad del pensamiento. La angustia, la tristeza, a veces el dolor, no eran sino condimentos normales de toda vida interesante, de todo momento de creación, también me enseñaban por otro lado que la tristeza, la angustia, el dolor llevaban en ocasiones a la mutilación, a la enfermedad, a la muerte.
Mecanismos psíquicos normales, presentes en todos los seres humanos, llevaban en un caso al amor y en otros a la muerte, en un caso a la estupidez, en la cual nos sume cualquier enfermedad mental y en otro al sublime estado de la creación. En el organismo feliz o en la negativa impotencia, anidan los mismos afectos: tristeza, angustia, dolor.
Freud nos dice, para sostener estas palabras que yo digo tanto tiempo después, las múltiples analogías del cuadro de la melancolía, con el de la aflicción o duelo, justificando un estudio paralelo de ambos estados. Es decir, que Freud, pensaba que por el mismo mecanismo que una persona normal elaboraba la muerte de un ser querido, con los mecanismos parecidos a estos, se instalaba de golpe sin saber por qué una verdadera enfermedad, en tanto el duelo, como ustedes saben cuando uno puede elaborar, es decir, sustituir a la persona amada perdida, hay una reparación total del yo, es decir, el yo no queda con ningún defecto de haber padecido la situación de duelo. Freud decía que es un mecanismo normal, a nadie se le ocurre dice, después lo voy a decir, pero lo digo, así se repite, a nadie se le ocurre mandar a un afligido al médico, a nadie se le ocurre pensar que a una persona que se le acaba de morir un ser querido y está llorando, a nadie se le ocurre decir: vaya a ver al psicoterapeuta, vaya a ver al psicoanalista, o vaya a ver al psiquiatra. Y además con motivo, dice Freud, porque mal le hacemos al afligido al entorpecer su afligimiento, es decir, que el duelo no debe entorpecerse. En cambio, por los mismos mecanismos y frente también a la pérdida de una persona amada se instala a veces, dice Freud, la melancolía, una enfermedad terrible, mutiladora.
También me quisiera detener en las palabras, en una frase de las palabras del doctor Chacón en ese sentido de que él dice que no cree, o él no ha verificado que sea el 50 por ciento de la población, y eso es muy interesante, porque es muy discutible en el sentido de que es cierto, en el diagnóstico no, pero en la producción, en la etiopatogenia del 70 por ciento de las enfermedades sí, es decir, a ver si podemos entenderlo, no es que cuando yo reviso al canceroso está deprimido, está canceroso, lo que pasa que profundizando en la etiopatogenia del cáncer está la depresión, es decir, sin depresión previa no hay cáncer, no hay infarto de miocardio. Todas las personas, ya están hechos los estudios, Estados Unidos, Argentina, Méjico, ya están hechos los estudios, él trajo los estudios de Estados Unidos, todos los enfermos se mueren de infarto antes de los 45 años, el motivo, el único motivo, es la depresión. No hay trastornos vasculares, no hay ateroma, no hay nada, no hay nada de lo que produce el infarto en una persona mayor de 45 años. Uno se lo puede creer esto o no se lo puede creer. Cuál sería la manera de creérselo, la manera de creérselo es comenzar realmente, cosa que es absolutamente imposible, no me miren con esa cara, una campaña de prevención de la depresión. Y veríamos asombrados o asombradísimos, la disminución radical, no solo de los accidentes de trabajo sino de los infartos de miocardio y de los cánceres. Además el cáncer hace más de 50 años que se está investigando, su relación con el sujeto psíquico, más que con el sujeto biológico. Yo sé que hay neurólogos en la sala. Un gran tumor devastador del cerebro, uno de ellos por lo menos aceptado por los neurólogos, sólo se produce frente a una catástrofe anímica, si me equivoco por favor me ayudan, el glioblastoma. Aprovechan esta oportunidad para rastrear el mecanismo, los síntomas de la depresión.
Cierto grado de inapetencia sexual, cierto grado de insomnio, cierto grado de desprecio por las personas iguales, ciertas fantasías de empobrecimiento, de ruina, de catástrofe, bueno, todos esos son síntomas melancólicos, entonces ya no sería el 50 por ciento de la población, según Freud el 89 por ciento de la población padecería de depresión. ¿Quién no tiene miedo a empobrecerse? Bueno, eso es un síntoma de la depresión.
Tengo explicaciones, yo sé que a ustedes les interesa aunque al final termine no dando la conferencia pero es muy interesante porque nosotros hace 30 años, cuando nosotros hacíamos esas cosas sociológicas que no deben hacerse pero que los intelectuales hacemos, cuando pensábamos que el mundo era neurótico obsesivo, por el problema que tenía y realmente, todos los pensadores eran obsesivos, eran racionalistas. Así como cuando Freud comenzó sus investigaciones, la enfermedad psíquica era la histeria,, después vino como un desmadre sexual y detrás del desmadre sexual, la culpa melancólica de haber deseado o haber participado en la desaparición del objeto amoroso.
Hemos perdido casi todos los ideales, en esta parte del siglo, hemos perdido todos los objetos amorosos, porque si usted era de derechas ya no puede haber más revolución de derechas y si usted era de izquierdas ya no puede haber más revolución de izquierdas y si usted era cristiano ya no puede haber revolución cristiana y si usted era verde le van a terminar metiendo un árbol por el culo, pero no hay revolución del obrero. No hay cristianismo, no hay feminismo, fracaso del feminismo, por tanto, no le demos más vueltas, estamos deprimidos, históricamente hablando. Ahora van a hacer una guerra, están por hacer una guerra, nos quieren convencer que los chicos norteamericanos son más lindos que los chicos irakíes, y nos van a convencer de eso, estamos todos convencidos, es decir, ya existe, somos todos racistas, nos hacen creer que existe lo bueno y lo malo, que hay seres humanos que merecen el castigo y hay seres humanos que merecen la gloria. Estamos deprimidos, nos han quitado todos los valores, no tenemos cómo sustituirlos, Freud nos dice ¿Qué le pasa al melancólico? ¿Por qué el duelo es normal y la melancolía es patológica? Porque el melancólico no puede sustituir, no puede sustituir.
El duelo: se murió el ser querido y yo no puedo creer que todo es gris, la realidad es gris, todo es gris, pero la vida me va mostrando que el objeto amado no está en la realidad, no está en la realidad, no está en la realidad y entonces yo voy aceptando. Yo soy una persona, voy aceptando que no está en la realidad, entonces despacito voy conociendo una persona, de golpe veo que es alguien que se ríe como ella. Ya empecé a cambiar, ya empecé a sustituir, es decir, ¿qué me saca del duelo?, un enamoramiento, así de sencillo.
En la melancolía no, no tengo la capacidad de sustitución, tengo la capacidad de sustitución abolida, entonces como no puedo sustituir a la persona amada que se fue, y esto es una genialidad de Freud, me identifico con ella, me transformo en la persona que se fue, entonces la persona no se fue. ¿Pueden entender lo maravilloso que es esto? Entonces ¿qué hago ahora cuando ya estoy identificado con la persona?
Puede llegar a suicidarse. Puede llegar a suicidarse porque no es a él a quien mata sino que es a la persona amada que lo ha abandonado. Freud dice, sólo es posible matarse si me confundo con otra persona, que no existe el suicidio, sólo es posible matarme si me confundo con otra persona. Yo he tenido muchos maestros pero uno de los que reconozco como maestro, el doctor Pichón Riviére, cuando puso un Instituto de atención al suicida, cuando el suicida llamaba por teléfono al Instituto, Pichón Riviére le preguntaba: ¿a quién quiere matar? Esto producía que el paciente en lugar de matarse fuera a la consulta a comenzar su tratamiento psicológico, psicoanalítico.
El depresivo, es un asesino, no un suicida, es un asesino, porque cuando intenta, lastimarse o matarse, está lastimando o matando al objeto amoroso que lo ha abandonado. Es un estado de ánimo profundamente doloroso, para que se vayan identificando, cesación del interés por el mundo exterior. Cuando veo al paciente al borde de la ruina psicológica, la cesación del interés por el mundo exterior se ve, es evidente. Pero en cualquiera de nosotros, cuando nos enamoramos grandemente de una persona, pensamos que el mundo somos ella y yo. En ese momento padecemos de la cesación del interés por el mundo exterior, hasta nos dejan de gustar las películas, los vecinos nos parecen torpes, los otros enamorados descarriados. Por ejemplo en ese momento se produce en nosotros la cesación del interés por el mundo exterior y la pérdida de la capacidad de amar. La pérdida de la capacidad de amar que es un síntoma melancólico por excelencia, es algo del padecimiento común, en tanto la gente dice que tiene muchos problemas para el amor y cuando se enamora se enamora de una sola persona, es decir de la madre, por lo tanto sigue teniendo problemas para amar. La pérdida de la capacidad de amar y por último la inhibición de todas las funciones normales, pudiendo llegar a haber una torpeza hasta para los movimientos más cotidianos: caminar, hablar.
Público: El borde ese, ese pasaje entre salud y enfermedad es permanente porque antes marcó que el enamoramiento podía sacar a una persona del duelo, pero ahora está marcándolo como otra especie de locura.
Miguel Oscar Menassa: El enamoramiento puede sacar a una persona del duelo, es como sale del duelo, sustituyendo al objeto amoroso por otro objeto amoroso, si no, no saldría del duelo. Lo que pasa es que el objeto amoroso puede ser una persona o no, pueden ser viajes, por eso que algunos psiquiatras recomiendan viajes y el que está en duelo cuando vuelve del viaje vuelve bien. Ayer casualmente una persona me llamó para decirme: yo me deprimí, como soy agente de turismo, me mandaron a viajar y viajé y cuando volví a los tres meses, me encontraba bien. En lugar de estar aguantando a la familia, viajando tres meses por allá y por acá, hasta yo salgo de la depresión. Sobre todo cuando la depresión es normal, cuando la depresión es un duelo. Freud hace una puntualización maravillosa, en el duelo normal la pérdida es consciente, se me murió mi papá, me abandonó mi mujer, en cambio cuando hay melancolía, cuando hay depresión, con la pérdida el paciente no sabe lo que perdió, y si sabe lo que perdió no sabe qué perdió con lo que perdió, es decir, actuación inconsciente. En el duelo la elaboración es inconsciente, pero en el duelo yo sé lo que me pasa, el mundo es gris porque se ha muerto mi enamorada, no que el mundo sea gris. A ver si pueden entender, una persona normal en duelo no cree que el mundo sea gris, sabe que lo ve gris porque ha muerto su enamorada, ven que es diferente; su mirada es gris. No es un loco, un loco ve el mundo gris y dice «el mundo es gris», la persona en duelo no, la persona en duelo sabe que existen los colores, no existen para él, su mirada está nublada por el llanto. Llegamos a algo fundamental para poder discriminar el diagnóstico diferencial entre la salud y la enfermedad en el caso de la depresión, en el duelo jamás hay disminución del amor propio, en el duelo normal jamás hay disminución del amor propio. ¿Por qué? Porque en el duelo normal no existe la fantasía de haber intervenido en la pérdida, en el duelo normal, es una desgracia que me pasó, no es algo que yo haya provocado, es una desgracia, es un acontecimiento- la muerte de alguien, el alejamiento de una persona. Entonces nunca necesito desvalorizarme, nunca necesito autodespreciarme. Una característica esencial de la melancolía, de la depresión patológica, es la disminución del amor propio, esto que nunca ocurre en la aflicción. Se traduce en reproches, acusaciones de que el paciente se hace objeto a sí mismo y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo, incluso la muerte.
Como espero que estemos todos de acuerdo que los únicos que pueden suicidarse son los melancólicos, ningún histérico se suicida, ningún paranoico se suicida. Esto lo sabían los psiquiatras clásicos, la recomendación del electroshock en la melancolía era contra el suicidio, ellos sabían que el melancólico librado al azar de su enfermedad terminaba suicidándose, entonces la aplicación (no vayan diciendo por ahí ahora que estoy de acuerdo con la aplicación…) la aplicación del electroshock hace 200 años era porque ellos percibían que interponían algo en el camino directo de la melancolía que era el suicidio. ¿Desde dónde partían? De esa condición de la disminución del amor propio, reproches, acusaciones. Puede llegar incluso a una delirante espera de castigo, incluso a la muerte. En el duelo dice Freud, en el duelo normal, el examen de la realidad ha mostrado que el objeto amado no existe ya y demanda que la libido abandone todas las relaciones con el mundo. En el duelo lo normal es que el respeto a la realidad obtenga su victoria. Pero su mandato no puede ser llevado a cabo inmediatamente, ha de ser realizado de un modo paulatino, con gran gasto de energía psíquica, de esa manera el sujeto prolonga la existencia psíquica del objeto perdido. Mantengo la presencia del objeto perdido pero en la medida que lo voy perdiendo, en la medida que voy aceptando que no está en la realidad, prolongando el proceso de separación prolongo la vida del objeto abandonado. Estos ejemplos, lo que acabo de decir, se ejemplifica en la transmisión del psicoanálisis, algo que les pasa a ustedes muy a menudo cuando se supone pasar de una posición a otra posición, más cercana a la de psicoanalista en los procesos de formación, es decir que cada vez que un psicoanalista acontece en una interpretación, en un tiempo, en una situación grupal, institucional, donde se va a acercar a la posición de poder ejercer como psicoanalista prolonga la aceptación de dicho cambio. Lo mismo que cuando se muere una persona amada, la realidad me vence, me dice: usted ha perdido, el objeto amado no está en la realidad, yo lo sé, pero lentamente y con un gran gasto de energía voy aceptándolo mientras tanto prolongo la estancia viva del objeto.
En los procesos de formación la realidad me indica que ya no soy el que era, sin embargo puedo pasarme años tratando de elaborar la nueva situación para que se prolongue mi estado anterior, es decir, cuando yo era un estúpido, cuando yo era un niño, cuando yo tomaba la teta, cuando yo estaba en brazos de mi madre. Por eso es absolutamente necesario que un psicoanalista continúe su psicoanálisis, es decir, que para poder entender la enfermedad en psicoanálisis, hay que entender que el sujeto nunca abandona lo que consigue y cuando lo abandona, lo abandona con un gran gasto energético, que ésa es la enfermedad.
A ver si pueden entender, ni siquiera lo que me hace mal, bueno, todo el día se escucha: «no sé qué hago con este hombre», «no sé qué hago con esta mujer», «no sé qué hago con este trabajo». ¿Lo escuchan o no lo escuchan? Bueno, está ocurriendo eso. Evidentemente al final de la labor del duelo o aflicción vuelve a quedar el yo libre y exento de toda inhibición. La depresión en una serie de casos constituye también una reacción a la pérdida de un objeto amado dice Freud, en la melancolía, una enfermedad, también pasa como en el duelo, pero otras veces dice Freud, observamos que la pérdida es de naturaleza más ideal. Es muy difícil hacer un duelo normal por la pérdida de un ideal, en cambio es más fácil, el objeto no ha muerto dice, pero ha quedado perdido como objeto erótico.
En el caso de la novia abandonada o el candidato a psicoanalista, que llevado por los avatares de su formación debe cambiar de supervisor o de psicoanalista, y así como la novia abandonada puede llegar al suicidio, el candidato, candidata también, pueden dar por finalizada su carrera por la imposibilidad de sustituir el objeto amoroso.
Además Freud hace hincapié en que la única salud psíquica posible, diferencia entre salud y enfermedad, es que el sano, psíquicamente hablando, tiene la capacidad de sustituir un objeto amoroso por otro objeto amoroso y por otro objeto amoroso, un ideal de vida por otro ideal de vida, por otro ideal de vida, por otro ideal de vida. Hay una ética. O vamos a esperar, hablando de nuestra propia enfermedad, vamos a esperar ya sin insultar a nadie, que los Estados Unidos de Norteamérica, o que la Unión Europea a la cual pertenecemos o que la reunión de los Países Árabes, desgraciados y unidos, resuelvan el problema ético que les ha planteado la humanidad este siglo. Viviríamos sin ética, moriríamos sin ética, si dejamos que el Estado resuelva el problema que ha creado al hombre. El hombre tiene que poder resolver el problema que el Estado le ha creado. Tenemos que poder generar una ética, estamos sin ética y no se puede vivir sin ética. Ni los griegos vivían sin ética. Este problema del planteamiento de que no hay ideales, no hay utopías, no hay utopías… No se puede vivir sin utopías, hay que generar utopías, hay que generar sueños. Me van a decir, más sueños todavía, no. Es que lo que tenemos no son sueños, son realidades oscuras.
En muchas depresiones no solemos distinguir claramente lo que el sujeto ha perdido, algo ha perdido pero no sabe qué. A veces el paciente sabe a quién ha perdido pero no lo que con él ha perdido. Ejemplo: se muere la madre del paciente, el paciente en apariencia hace un duelo normal en el sentido de que llora, está unos días triste, esto, lo otro. El paciente pierde a su madre y hace como una tristeza pequeña, aparentemente elabora el duelo, va a trabajar vuelve de trabajar, vuelve a tener relaciones con su mujer, sale va por la calle Princesa con los hijos. Y un día pierde el camafeo donde estaba la fotografía de su mamá y ahí se instala en él una melancolía. El paciente sabe lo que perdió, va al médico y le dice perdí el camafeo. No, ese día de la pérdida de la fotografía de la mamá, acaba de morir la mamá, ese día, no el día que murió la mamá sino el día que él perdió el camafeo, es decir a veces ciertos objetos de ciertos seres amados, y esto sí les pasó a todos, son más importantes que los objetos amados. El doctor guarda en un cajón de su escritorio un pañuelito de seda bordado con las iniciales «Peti te amo» sin embargo Peti ya no está más en su vida, pero el pañuelito sí, bueno cuando pierda el pañuelito verá lo que perdió cuando perdió a aquella mujer. La mujer, el amor, el hombre también, les puede pasar con un hombre también, el hombre queda embalsamado en el pañuelito, embalsamado en la fotografía. Ustedes se dan cuenta que cuesta menos trabajo ir con una fotografía en el bolsillo que con una mujer colgada del brazo. Es más barato.
Creyendo que hace una economía psíquica ha tomado el camino de la enfermedad, que generalmente ocurre así, en todos los ahorristas. Todos los que ahorran energía psíquica terminan en el hospital. La energía psíquica está hecha para ser gastada, el deseo está permanentemente en actividad, cuando deja de estar en actividad el deseo, morimos, por lo tanto la enfermedad es cada vez que yo detengo el funcionamiento del deseo, que no se detiene, es decir, los intentos de detener la producción… (Entran tres congresistas) estuvimos hablando toda la mañana de ustedes tres ¡qué suerte! En serio, ellos nunca lo sabrán, porque cómo se lo explicamos, imposible. Eso de que el paciente sabe lo que ha perdido pero no lo que perdió con eso que perdió, debemos entonces relacionar la melancolía dice Freud con una pérdida de objeto sustraída a la conciencia, y ésta es la segunda diferencia importante con el duelo, en el cual nada de lo que respecta a la pérdida es inconsciente, la inhibición melancólica nos ofrece una impresión enigmática.
En el duelo el mundo aparece desierto, empobrecido frente a los ojos del sujeto, en el duelo normal. En la melancolía es el yo lo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente, el paciente nos describe su yo como indigno de estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable, son tres cosas que ustedes sienten en los pasillos de la institución… indigno de estimación (el profesor no me quiere), incapaz de rendimiento valioso alguno (la ponencia que voy a dar no sirve), y moralmente condenable (porque me copié de un libro y de otro libro). Se dirige amargos reproches el paciente, se insulta y espera la repulsa y el castigo, por eso que tienen un alivio cuando alguien los castiga. Si él no me besa, todavía no siento nada, pero si él me dice que no me besa por lo que le hice anteanoche, siento un alivio de ese castigo, leve en realidad, por aquella falta cometida. El cuadro se completa y aquí entramos casi todos, con insomnios, inapetencias y un sojuzgamiento total casi total de las funciones sexuales, el paciente es realmente tan incapaz de amor, de interés y rendimiento como dice, pero todo esto es secundario dice Freud, y constituye un resultado de la ignorada labor que devora a su yo.
Es decir que toda la sintomatología que es considerada como la sintomatología de la depresión, de la melancolía, Freud dice: pero todo esto es secundario y constituye un resultado de la ignorada labor que devora a su yo. Y, por último, comprobamos que el melancólico no se conduce como un individuo normal, agobiado por los remordimientos, carece en efecto de todo pudor, más bien tiene deseo de comunicar a todo el mundo sus propios defectos. Observen que no es normal, como si en este rebajamiento hallara una satisfacción, es decir, es tanto el interés que el melancólico pone en denigrarse, en insultarse y en reprocharse que Freud sospecha, que en este rebajamiento encuentra el paciente un goce, un placer. ¿Entendieron esto? Carece en efecto de todo pudor, como esos candidatos que tratan de que sus defectos de formación sean compartidos. Ven que no tienen pudor por sus defectos, son melancólicos. El melancólico entonces ha sufrido la pérdida de un objeto igual que en el duelo, pero en sus manifestaciones, de lo que el paciente nos dice, inferimos que la pérdida del objeto ha tenido objeto en su propio yo. No ha perdido un objeto como decíamos antes sino que ha perdido una parte de su yo. ¿Cuál parte? Aquella parte del yo donde por identificación se constituye el objeto perdido, esa parte queda perdida del yo, entonces lo que antes era el conflicto entre la persona amada y el yo, ahora es el conflicto entre el yo y la parte modificada por identificación.
Proceso de identificación donde el yo contra el yo, como si fuera el objeto, alguien a quien el paciente ama, ha amado o debía amar. Los reproches con los que el enfermo se abruma corresponden a otra persona. Por eso es que no tiene remordimientos, cuando dice soy un inútil, no habla de ella, habla de él, cuando dice soy una persona muy mala, no habla de ella habla de él. ¿Entienden la maravillosa explicación de por qué un depresivo puede suicidarse? Puede suicidarse porque no se mata a él mismo, mata al objeto. Sus lamentos, sus acusaciones, no se avergüenzan ni se ocultan, porque todo lo malo que dicen de sí mismos se refiere en realidad a otra persona.
Freud aprovecha una vez más para recordamos que la salud psíquica tiene que ver con la capacidad de sustitución, casi totalmente anulada en la melancolía. Al no poder sustituir el objeto perdido, la libido es retraída al yo para establecer una identificación del yo con el objeto perdido y entonces Freud dice «la sombra del objeto ha caído sobre el yo». «La sombra del objeto ha caído sobre el yo», ha empobrecido el yo. En lugar de aceptar que lo perdí, lo conservo pero a costa de ensombrecer mi yo, a costa de perder parte de mis atributos. De este modo se transformó la pérdida de objeto en una pérdida del yo… y el conflicto entre el yo y la persona amada es una discordia entre el yo y la parte modificada del yo por identificación.
Y aquí Freud nos da una clave, ya para terminar, de la relación sociológica que hicimos en un momento de la conversación, cuando dijimos que antes éramos neuróticos obsesivos y que ahora somos depresivos, bueno Freud dice que ahí donde está la neurosis obsesiva, haber deseado la pérdida del objeto amado e incluso ser culpable de ella, el tormento indudablemente placiente que el melancólico se inflige a sí mismo significa la satisfacción de tendencias sádicas, es decir, que cuando él intenta suicidarse, en realidad no es masoquista, es sádico, está tratando de hacerle daño a alguien, orientadas a un objeto pero retrotraídas al yo por el mecanismo de identificación, en realidad él odia a la persona que lo abandona, pero como la persona que lo abandona es él, entonces el autocastigo, el autoreproche. De este modo la carga erótica del melancólico experimenta un doble destino, una parte de ella retrocede hasta la identificación como hemos visto y la otra se detiene en el sadismo, bajo el influjo de la ambivalencia, es decir, la ambivalencia, esa persona que yo amaba pero que a la vez deseaba que se muriera. Y esto es muy fácil, un adolescente, se le muere el padre, dentro de quince días y hace quince días el padre dijo que no podía ir a veranear a Galicia y el chico dijo, “por qué no se muere”, en voz baja…
Ese chico está bajo el influjo de la ambivalencia. El amante que frente a una pelea con la mujer o con el hombre le dice «no te quiero ver más» y ella desaparece, por lo tanto «no te quiero ver más». Una frase que yo he pronunciado es responsable de que el objeto haya desaparecido, estoy en el estado de ambivalencia. Es decir que estar en el estado de ambivalencia es una cosa muy sencilla, no es tan complicado. Este sadismo nos aclara el enigma de la tendencia al suicidio que tan interesante y tan peligrosa hace a la melancolía, el yo sólo puede darse muerte cuando se le hace posible tratarse a sí mismo como si fuera el objeto. Por eso que siempre es efectivo, aun en el caso de los candidatos a psicoanalistas, preguntarle al suicida ¿a quién quiere matar? Muchas gracias.
Este es el único momento que me pueden hacer preguntas de todo el Congreso porque después no es a mí a quien tienen que hacerle preguntas.
Público: El melancólico se refiere a algo perdido o solamente se refiere a…
Miguel Oscar Menassa: No, no, sabe lo que ha perdido pero no lo que ha perdido con eso que ha perdido… El desarrollo de los procesos inconscientes, la enfermedad psíquica no existe bajo el control de la conciencia, es decir, que todo aquello que yo puedo pensar no me puede enfermar; para que haya enfermedad psíquica tenemos que aceptar la presencia del inconsciente, eso es lo dificultoso, la gente dice, y entonces cómo hacemos para… Nada de lo que pueda pensar conscientemente, a ver si podemos entender esto, que yo le podía dar una receta ahora para tranquilizarles, pero es que no la tengo, la receta es la aceptación plena de la existencia material de inconsciente, es decir, cada vez que dos personas se ponen a hablar, está presente el inconsciente, esa es la receta, la receta es tener en cuenta el inconsciente, así como se tienen en cuenta los factores biológicos, endógenos, climáticos; nada más, no pedimos más, alcanzaría con tener en cuenta el inconsciente como se tienen en cuenta los otros factores que coadyuvan a toda enfermedad.
Público: Yo quería preguntar. Dijo al principio de la ponencia que el diagnóstico debía hacerse al final del tratamiento, entonces, ¿esto significa que la técnica que se aplica es la misma para cualquier tipo de enfermo o se va modificando la técnica?
Miguel Oscar Menassa: Usted trajo algo fundamental, el método psicoanalítico siempre es el método de interpretación, se trate de lo que se trate, se trate de una enfermedad, se trate de otra enfermedad, se trate de un texto, porque también la teoría psicoanalítica progresa por interpretación, no hay, porque si hubiese modificación de la técnica, perderíamos otra vez la dimensión inconsciente, pensaríamos que eso que aparece en la conciencia es la enfermedad, pensaríamos que la enfermedad de la histérica es que no se pueda acostar con su novio, y ésa no es la enfermedad de la histérica, ésa no es la enfermedad de la histérica, o que el vaginismo, o que la impotencia del histérico hombre, que ésa es su enfermedad, que no tenga erección esa es la enfermedad. Ésa no es la enfermedad, ése es el resultado de la enfermedad, la enfermedad está transcurriendo inconscientemente, es decir, según la posición inconsciente del sujeto, tengo tal o cual enfermedad, por eso que no tengo que tratar lo que aparece, creo que además me conviene no atender a eso, porque además la gente que hace clínica hace muchos años, muchas de éstas, ya nos dimos cuenta que la enfermedad se disfraza, que ella viene para hacernos la histérica y resulta que no es una histérica. Y si decimos que es una histérica, porque hace todo como la histérica, dramatiza, teatraliza, está disociada y seduce, pero nos dimos cuenta que eso que son características de la histeria, lo puede hacer cualquier persona, un niño, traemos a un niño lo ponemos acá y hace eso, se disocia, dramatiza y seduce, entonces ella entra así, pero resulta que después al segundo o tercer año de escucharla ella nos descubre su verdadera realidad, no es que quería seducir al padre sino que tenía un problema con el padre, a ver si el padre era o no un padre al cual se podía o no se podía matar, es neurótica obsesiva.
Público: … establecer un duelo, que a una afligida no se la mandaba al médico, sin embargo si una persona que está en un duelo pide un psicoanálisis y le favorecería un psicoanálisis a ese duelo.
Miguel Oscar Menassa: Si yo estoy haciendo un duelo y creo que un psicoanálisis me haría bien, claro, lo que pasa que, el duelo normal, no quiero engañarles, es muy difícil, porque uno siempre tiene un cierto grado de ambivalencia. Todos, todos, con los seres más queridos, lo piensan, quién no tuvo envidia de un hermano, quién no creyó que el padre era severo o demasiado bueno, quién no pensó que la madre era un poco torpe. Si ahí se muere, justo en ese momento, entonces aparece la ambivalencia. Yo la quería, yo la amaba pero yo la criticaba mucho, bueno entre las mujeres eso, las mujeres critican a la madre, aman a la madre desesperadamente pero critican a la madre permanentemente: no sabe cocinar, no sabe cuidar a los chicos, mira lo que hizo con el dinero, mira lo que hizo con mi papá, yo hubiese hecho con mi papá mejor que ella. Si esa persona se llega a morir en ese momento, la mujer siente que fue responsable en algo, no hace falta sentirse estrictamente responsable, ¿no es cierto?
Público: Más allá de mandar a un psicoanalista a un afligido, también estaría bien mandar a un psicoanalista un afligido.
Miguel Oscar Menassa: No, yo lo que le digo es mire, lamento que usted haya entendido lo que entendió de mis palabras porque resulta que yo termino no recomendando el psicoanálisis, cuando yo estoy diciendo que el psicoanálisis es la única posibilidad de que el mundo entero no caiga en la depresión, yo estoy diciendo eso, por lo tanto recomiendo el psicoanálisis, pero lo que digo es que a nadie se le ocurre, a nadie se le ocurre, y a veces se le ocurre al paciente porque, saben por qué se le ocurre, porque se da cuenta que no es normal lo que le pasa, al paciente mismo que le ha ocurrido la muerte no consulta a ningún médico, llora, pero a los diez días cuando siente que siente el mismo dolor, el mismo dolor que el primer día, ahí ya consulta al médico, ya es patológico, porque diez días ya no es el mismo dolor, no es el mismo dolor, además cuando te dan de festivo, tres días, te dan tres días en el trabajo ¿hay algún trabajador en la sala? Tres días de duelo, entonces si a los diez días todavía siento lo que sentía el primer día, entonces… ya no me puedo adaptar, ya no puedo ir a trabajar cuando tendría que haber empezado a trabajar hace siete días, ya no puedo ir a dar la clase, ya no puedo salir con mi novia, entonces ya está, te consulta, y aunque no sea patológico del todo ya es patológico, porque Freud dice ¿tuvo que enfermar tanto el paciente para darse cuenta que es un estúpido? Freud dice así, porque cuando el melancólico está muy enfermo dice: soy un tarado, no sirvo para nada, ¿pero tuvo que enfermarse para darse cuenta que no sirve para nada? Una persona normal se puede dar cuenta que no sirve para nada sin necesidad de enfermar, porque no servir para nada es todo un aprendizaje, no sirvo para dar clase, dando clase aprendo, si me doy cuenta de que no sirvo puedo aprender, no ven que es una cosa del crecimiento normal darme cuenta que no sirvo; en cambio el melancólico enferma y se da cuenta que no sirve. Eso como la pregunta la hizo usted, que es una psicoanalista entonces, que no tienen que dejar de psicoanalizarse ni siquiera cuando se les muere algún familiar querido.
Público: Diferencia entre salud y enfermedad dice el título de su Ponencia, entonces yo me preguntaba, porque la noción de inconsciente en las Facultades de Medicina o en las Facultades de Psicología no se imparte, entonces los médicos, los psicólogos atienden a la enfermedad ¿son los psicoanalistas los que atienden la salud?
Miguel Oscar Menassa: No, yo diría que con paciencia, con trabajo, con esfuerzo algo conseguiremos, algo se está consiguiendo. No creo que los psicoanalistas atiendan la salud y que los médicos atiendan sólo la enfermedad porque hay voces, hay palabras, bueno hay médicos que se psicoanalizan, hay directores de hospitales que se psicoanalizan, que no es una cosa tan despreciable el psicoanálisis. Los neurólogos recomiendan el psicoanálisis, los cardiólogos recomiendan el psicoanálisis, los ginecólogos se están dando cuenta que el 60 por ciento de las enfermedades de sus pacientes no son enfermedades, no son enfermedades, y el gasto social que esto ocasiona, el gasto social infinito que esto ocasiona, querer curar con medicamentos a una persona que se curaría con otro medicamento, a ver si entienden, producen un gasto en la salud infinito porque el paciente no se cura, un hipocondríaco no se cura en la Seguridad Social, pero no sabes el dinero que gasta, gasta el dinero de 100 pacientes. Fíjate tú el ahorro que significaría que un hipocondríaco entrara en tratamiento psicoanalítico, que un enfermo capacitado para una enfermedad psicosomática entrara en tratamiento psicoanalítico, sería un ahorro impresionante, hasta cirugía se ahorraría, porque el psicosomático en su pretensión de querer convencer al médico de que está enfermo hasta se hace operar, escuchen bien lo que estoy diciendo, se hace mutilar para convencer al médico de que está enfermo, porque los médicos no creen que está enfermo. El problema que tienen los hipocondríacos y los enfermos psicosomáticos es el problema que tendrían las histerias, las histéricas en la época de Charcot, se acuerdan que le apretaban el lóbulo ocular, le apretaban los ovarios le daban inyecciones de leche, le producían dolor porque creían que fingían.
El psicoanálisis qué viene a traer, viene a traer que la histeria es una enfermedad, no es una simulación, la simulación es parte fundamental de la enfermedad. Bueno yo creo que estamos consiguiendo eso en este momento, con la histeria ya se consiguió, hoy día es un asesino el que maltrata a una histérica, pero sin embargo maltratan mucho a los enfermos psicosomáticos… ¿por qué? Porque no le dan el tratamiento adecuado, los tratan de otra enfermedad que ellos no tienen.
Público: Yo no sé si he concluido o he entendido bien cuando hablaba de la melancolía y la formación o que cura el curador, se podría decir que lo que cura es la posición del analista en la cadena de transmisión.
Miguel Oscar Menassa: Sí, la cura es una cosa muy complicada, el Chamán cura… es decir, la eficacia simbólica no tiene que ver con ningún símbolo, con ningún estudio médico, la eficacia simbólica que cura tiene que ver con el cuerpo, entonces tiene que ver con la presencia, yo por ejemplo ayer en la radio discutí acerca del porcentaje de curación de la melancolía, y después me fui descontento porque no dije que era conmigo que se curaban el 95 por ciento de los deprimidos, que yo no sé si el psicoanálisis cura el 95 por ciento de los deprimidos, yo sé que he curado el 95 por ciento de los pacientes melancólicos que tenía en tratamiento. El problema de la cura es muy subjetivo, el problema de la cura no tiene que ver con ninguna teoría…una novia te cura, pero no te cambia de personalidad, no te cambia de posición del inconsciente por lo tanto te cura y te enferma, como antes me preguntó otra psicoanalista: ¿te cura el amor y te enferma el amor? No estás en análisis, cualquier cosa te cura y cualquier cosa te enferma. Te regalo dinero, te hace bien, te regalo dinero la semana siguiente y haces una depresión, una persona normal no, hace la depresión cuando no le doy dinero, no cuando le doy dinero.
Público: Porque se trata no de que cure el curador sino que había puesto la cura en relación al curador, o sea ¿la cura tiene que ver con la transferencia?
Miguel Oscar Menassa: La cura tiene que ver con lo que el psicoanalista es, un psicoanalista cura más por lo que es que por lo que dice, es la discusión de todo el Congreso, qué es un psicoanalista, ¿qué es? Es su formación, es su disciplina en el psicoanálisis, son sus estudios, son los trabajos que presenta, es la aceptación comunitaria que tenga, un psicoanalista que no es aceptado por su comunidad, no puede curar, es muy sencillo, lo que pasa es que nadie lo quiere aceptar pero es muy sencillo, cura aquel que está inscripto como curado. Cómo va a venir un paciente que el pobrecito tiene problemas con la familia, con la ley, como va a venir si yo tengo problemas con mi comunidad psicoanalítica, cómo le voy a curar, no le puedo curar, porque no es que yo ame a mi mamá, no, eso no tiene nada que ver. Ahora tengo que amar a aquello que me produce como nuevo ser, como psicoanalista, esa no es mi mamá, no es mi papá, esos son frases, son esquemas teóricos, son producciones teóricas, son personas unidas a través de pactos teóricos, ideológicos, filosóficos.
Eso es lo que me produce como nuevo ser. Cómo va a venir un paciente a curarse conmigo si yo no estoy curado de eso, imposible, no es como en la medicina que un tuberculoso no toma la medicación antituberculosa y hace una ley donde los tuberculosos tienen que ir presos. Pasó eso en Inglaterra, los tuberculosos que no usaban la medicación antituberculosa, la policía iba a la casa a buscarlos. El que puso esa ley era tuberculoso y no tomaba la medicación, bueno un psicoanalista no puede hacer eso, un psicoanalista no puede aplicar lo que no se aplica, no puede, está dentro del método, está dentro del método dice Freud, no puedo liberar su pensamiento si mi pensamiento no ha sido liberado de alguna manera. No es sencillo, lo que pasa es que no es tan sencillo porque la gente tiene incapacidad de amar, porque la gente está deprimida, entonces, si tengo incapacidad de amar a la persona que me hace el bien cómo voy a amar una teoría, cómo voy a amar un ideal, cómo voy a amar, cómo voy a hacerle bien a la humanidad, cómo voy a amar, defender el derecho de los adolescentes y el derecho de los jóvenes a vivir, a expresarse y a ser libres y a ser grandes y a ser ricos, cómo voy a defender todo eso si no lo tengo para mí. Ven que no se puede, no se puede, vaya a saber si por este motivo no fracasó el marxismo, perdóneme, vaya a saber si por este mismo motivo donde aquellos que aplicaban las disciplinas a la realidad, no habían transformado su personalidad, según indicaba aquello que aplicaban,… querían aplicar la libertad por métodos dictatoriales, a ver si pueden entender, es imposible, qué libertad vamos a imponer si lo hacemos de una manera dictatorial, imposible, cómo vamos a creer que va a venir el bien después de una guerra, ven que es imposible, cómo vamos a creer, cómo vamos a creer que una guerra, la matanza indiscriminada de personas puede traer algún bien, no lo podemos creer.
Público: En el caso de la pérdida del objeto amoroso, la identificación es general para todo el mundo, es lo que…
Miguel Oscar Menassa: No, en usted es más fuerte.
Público: Cómo inició la enfermedad o no sé, otra manera de…la pérdida.
Miguel Oscar Menassa: No, si hay enfermedad hay identificación, pero dijimos que hay una manera normal de resolver la pérdida que es sustituyendo el objeto amoroso,… ni usted ni nadie, todo el mundo quiere conservar lo que perdió, ¿cuántas personas usted conoce que fuman? ahora no voy a hablar mal de los fumadores, no quiero hablar mal de nadie pero todas esas personas… están todo el día chupando la teta, no pueden perder la relación primitiva con la madre, han aumentado el número de infartos, han aumentado el número de cánceres, han aumentado el número de no sé cuántas porquerías y no pueden abandonar la teta materna, millones y millones de personas. Ahora es imposible detener… el tabaco, el porro y todas estas cosas, es absolutamente imposible detenerlas porque hay millones de persona que viven de eso, hay millones de personas que viven de la incapacidad del ser humano de abandonar la teta de la madre ¿entendió? El sujeto no abandona aquello que consiguió, solamente mediante un trabajo, mediante un esfuerzo, puedo alejar, como la señora de ayer que consulta… “pero yo me quedé vacía, el mundo se quedó vacío, mis hijos se fueron, no hicieron la vida que yo quería para ellos, entonces estoy deprimida”, y dije “no, pero usted no está deprimida porque sus hijos se fueron, usted está deprimida porque al irse sus hijos se dio cuenta de que no tenía vida para usted, que usted no tiene ninguna vida, que la vida suya era querer doblegar a sus hijos a que hicieran una vida determinada, como sus hijos hicieron lo que se les cantó, usted se quedó sin vida, por eso está así”. Me lo agradeció la señora, claro porque realmente era lo que le pasaba, no era que se había vaciado el nido, ella estaba vacía de amor, no tenía vida, su único amor era doblegar a sus hijos a que hicieran el camino que ella había pensado para sus hijos, eso nos pasa a todos, a mí también.
Público: Retomando lo de candidato a psicoanalista ese poder amar lo que nos produce como candidatos es como, se me ocurre debe de tener que ver con la ética del psicoanálisis en cuanto al psicoanalista, en el sentido de la vida del psicoanalista, en el sentido de que si la salud está en la posibilidad de sustituir…
Miguel Oscar Menassa: Una sola frase mire, usted tiene que cambiar, nosotros tenemos que cambiar, el psicoanálisis me ha hecho bien por la sencilla frase de «el psicoanálisis hace bien» porque cuando yo digo «el psicoanálisis me hace bien», me hizo bien porque soy inteligente, bello y alto, ven que soy un racista, en cambio la frase que tengo que decir, «el psicoanálisis hace bien» y como el psicoanálisis hace bien se lo voy a recomendar al señor, al señor, a la señorita, al señor, al tuberculoso, al deprimido, al fóbico porque el psicoanálisis hace bien. No que me hizo bien a mí, no. El psicoanálisis, porque hace bien, también me hizo bien a mí. Ven que siempre es un complejo narcisístico el que se opone a la verdad, a la realidad.
Público: Y eso lo que exigiría o convendría en el presente cuando decimos psicoanálisis permanente para el psicoanalista, digamos que eso es lo que lo justifica o que lo exige, esa necesidad de la reapertura al mundo, a la realidad.
Miguel Oscar Menassa: Sí, lo que pasa es que sin un trabajo fuerte sobre cada uno de nosotros, nos olvidamos de la existencia del inconsciente. Por ejemplo el Harrison, que es el libro que utilizan todos los médicos del mundo, porque yo lo conozco de un país, la doctora ha hecho la universidad aquí, lo conoce de este país, todos los médicos del mundo utilizan el Harrison. Harrison dice que el corazón no existe como órgano, es una caja de resonancia, ningún médico leyó eso, caja de resonancia, es decir en el corazón dice pasan todas las cosas que le pasan al sujeto con la realidad. Harrison, un médico clínico, dice caja de resonancia y eso nadie lo leyó, nadie, es decir, en los libros de medicina hay un 30 por ciento de enfermedades de causa desconocida, etiopatogenia, es decir, el modo de producirse la enfermedad es desconocido, son enfermedades psíquicas, nadie lo lee, nadie lo leyó, no es que tengo que traer un libro de psicoanálisis, en los libros de medicina está escrito.
El hombre no está todavía capacitado para escuchar que sus procesos inconscientes le producen enfermedad e incapacitación, mutilación y muerte. No estamos en condiciones de comprenderlo, entonces ahí es donde decimos que la ciencia del psicoanálisis es joven, joven en el sentido de que el universo de las personas que nos tenemos que encontrar con el psicoanálisis, no estamos en condiciones de comprender la dimensión de lo que nos dicen porque no es una frase la que usted ha puesto o sus compañeros han puesto en la carta que yo también he recibido, no son meras frases, es verdad, los accidentes de trabajo se deben a la depresión. Ayer escuché por la radio, por la televisión que los obreros de la construcción, el 70 por ciento de los accidentes laborales en la construcción son en trabajadores temporarios. A ver si pueden entender esto, una diferencia abismal entre un trabajador que ya está deprimido porque sabe que su trabajo va a terminar el mes que viene, dentro de dos meses, dentro de tres meses, ahí es donde se produce el 70 por ciento de los accidentes laborales. Yo lo escuché por la televisión al pasar, no va a hablar para mí la televisión o a ver si voy a creer que la televisión habla para mí, o va a hablar para mí. Habla para todo el mundo y nadie lo escucha, es verdad como usted dice, que el fracaso escolar, el fracaso escolar, cómo va a tener que ver con que el chico se volvió tonto. No, el chico está deprimido porque pierde los ideales, el chico va a encontrar un profesor y se encuentra con otra cosa. Qué quieren, que no se deprima, se deprime. Entonces, el fracaso escolar es por la depresión, no que el fracaso escolar trae la depresión, como andan los psicólogos hablando tonterías por ahí. No, la depresión hace que el chico fracase en el colegio. Los divorcios, los divorcios, no digo que el 100 por 100, bueno pero el 30 por 100 ya es suficiente, de cada 10 personas 3 personas se separan porque están deprimidas, no porque tienen motivos para separarse, no tienen motivos para separarse.
Y lo del infarto no es ninguna broma, por ejemplo fíjense, ¿usted no es doctora recibida en la Facultad de Medicina?, bueno ella cree absolutamente que los infartos antes de los 45 años son de causas psíquicas, lo cree firmemente, entonces quiere decir que no son palabras esas que pusimos en la carta, que son verdades que no nos podemos creer, no nos podemos creer porque aunque haya en este momento algún, alguien con capacidad institucional como para imponer esto que estamos diciendo, no lo hace, no lo cree. Si a veces no lo creo ni yo, si a veces ustedes me hacen dudar de la existencia del inconsciente, entonces, cuando yo pienso que les tiene que dar alegría estudiar y curar a la gente y a ustedes no les da alegría eso, yo digo, me habré equivocado, no existe el inconsciente.
Público: Sí pensando en la intervención de la… para la creencia de la existencia de los procesos inconscientes, me acordé que hace un par de años en el Congreso duodécimo de psiquiatría mundial que se hizo en Madrid, uno de los avances generales de esta disciplina que ellos planteaban como una de las síntesis de esa reunión que los métodos, las técnicas terapéuticas eran diferentes para cada enfermedad que ellos reconocían… no sé si es justamente por la contraposición absoluta, por lo que se dijo.
Miguel Oscar Menassa: Ese pensamiento en medicina, por favor, atención los médicos de la sala, ese pensamiento en medicina produce que haya enfermos. Ese pensamiento de creer que cada enfermedad se trata con un método terapéutico diferente, a veces lleva a ciertos médicos a no hacer los exámenes indicados por creer que hay enfermedades que necesitan radiografías, que hay enfermedades que no necesitan radiografías, que hay enfermedades que se necesita saber cuánto potasio hay en sangre, que hay enfermedades que no necesitan saber cuánto potasio hay en sangre. Cuánto potasio hay en sangre se necesita saber siempre, eso hace al método terapéutico, entonces no se puede pensar que cada enfermedad se tiene que tratar de diferente manera. Si cada enfermedad se trata de diferente manera, estaríamos librados, como está librado, a los delirios de cada médico que se levanta a la mañana y se pelea con su mujer o con su hombre o con su abuela, la conducción de un tratamiento médico, no. Las leyes generales del método psicoanalítico tienen que estar presentes en todos los tratamientos psicoanalíticos, se trate de quien se trate y se trate de la enfermedad que se trate, pero en medicina también.
Público:… es importante también que…
Miguel Oscar Menassa: Eso lo tendrá que imponer usted… creo que los educadores también pero, por ahora vamos a tratar que los psicoanalistas se psicoanalicen.
Público: Una preguntita, es verdad que Freud dice que toda queja es una querella, él mismo, la palabra alemana es la misma… es… toda queja es querella, ahora me interesó mucho esto porque yo había pensado precisamente en Las 2001 Noches, ayer en la cadena de sustitución desde ahí es una obra…voy andando despacito hacia donde voy y me interesaba esto de la cadena de sustitución porque me parece que ahí está la producción del saber y la garantía de la formación, no me cabe ninguna duda, también he pensado esto de la lábil frontera entre la salud y la enfermedad, y esto ¿a qué apuntaba? porque la lábil frontera que hay entre la salud y la enfermedad, me hizo pensar en la lábil frontera que hay entre lo que podríamos llamar un espacio de reclusión y el espacio extremo o en la vieja terminología espacio privado y público, porque Freud dice, bueno, la cesación del principio de realidad parecería que hay una aumento de un principio perverso de realidad, me aumentó el principio de realidad, pero sólo de realidad virtual para ese tipo recluido, la realidad está virtual, tiene más realidad virtual y ha escamoteado la otra y digo esto que nos había interesado… ahí parecería que el sistema produce patología.
Miguel Oscar Menassa: Yo diría peor, el sistema se aprovecha en condicionamientos normales, porque qué religión habría sin el sentimiento de culpa inconsciente, sería imposible la religión, lo que pasa es que el sujeto tiene sentimientos de culpa inconscientes, es imposible no tener, yo creo que es así, yo creo que la realidad virtual me convence, donde yo ya estoy totalmente convencido acerca de que lo que yo pienso es la verdad, con respecto a lo que el mundo piensa, por lo tanto cuando yo estoy en la realidad virtual, esa realidad virtual es la que me produjo, entonces si es la que me produjo, soy un solitario, es decir, no sé exactamente si soy un depresivo o soy alguien que todavía no ingresó en el proceso de identificación primordial, en tanto no soy un ser humano que proviene de seres humanos sino que soy un ser, no se sabe si humano o no, que proviene de la realidad virtual que yo mismo género. Ves, soy un hermafrodita, me autoprocreo, es decir, cuando yo digo que psicoanalizarse es luchar contra el Estado, no digo ninguna tontería. Lo que pasa es que como lo digo y me río, ustedes creen que es un chiste, pero psicoanalizarse es luchar contra el Estado, porque psicoanalizándome impido que el Estado utilice mis estupideces para dominarme, el Estado utiliza las estupideces de la gente para dominarla, si hasta nos han convencido, el Estado es el que te convence, que no pagar los impuestos es mejor que pagar los impuestos, cuando sólo soy un ciudadano si los pagué. El Estado te convence de que no seas un ciudadano ¿por qué? Porque los ciudadanos son los que le hinchan las pelotas al Estado, entonces el Estado mismo te enseña a no pagar impuestos, es decir te enseña a que eres inteligente si no pagas los impuestos, ¿para qué? para no tenerte en cuenta como ciudadano. No te quiero enseñar bajo ningún concepto que sólo el que paga es el que puede producir conocimiento, no te lo pueden enseñar, te lo enseñan al revés, ¿por qué?, porque al Estado no le interesa que el sujeto produzca conocimiento.
Público: Entonces un criterio de salud y ético es la resistencia al Estado.
Miguel Oscar Menassa: La resistencia a la hegemonía es un criterio de salud porque la resistencia a la hegemonía es lo que dice que yo soy capaz de sustituir y eso es la salud. La salud es el engrandecimiento y la liberación de mi capacidad de sustituir.
Público: Y respecto al desafío que me tiraste, tienes razón, el conductismo político ha fracasado, el marxismo no.
Miguel Oscar Menassa: El conductismo político ha fracasado, el marxismo hay que estudiarlo, hay que pensarlo, el año que viene vamos a empezar un curso.
Público: Me parece que no entendí. Parece claro que en toda melancolía se da la ambivalencia… en la base…
Miguel Oscar Menassa: Sí, pero no está el pensamiento, Freud lo explica como ambivalencia común, normal, yo te amo y te odio, pero no soy responsable de ese amor y de ese odio, y además ese amarte y odiarte no es responsable del bienestar ni es responsable del malestar, en cambio el odio del melancólico te ha hecho daño, la diferencia es abismal… en un amor común, en un amor común, cuando uno es normal tiene que ir por la vida pensando algo que ustedes no pueden pensar del todo que es: «no hay acto humano que genere ningún acto humano», porque parecería ser que el que yo les explique hace que ustedes entiendan y no es así, yo explico y de ustedes depende entender o no entender, no es que de mí dependa, no es que de mi explicación dependa que ustedes entiendan, no es que de mi amor ha de depender lo que ustedes me aman. Lo que ustedes me aman depende de vuestra madre, no de mi gran amor, porque si dependiera de mi gran amor no estaríamos discutiendo lo que discutimos, todos harían lo que yo hago con mi gran amor, pienso que el psicoanálisis también les haría bien a ustedes. Pero eso es normal, para poder pensar así tengo que ser muy normal, como todos somos un poco anormales vamos por la vida pensando que porque la quise se mató, porque la odié abandonó la disciplina, porque la mandé a estudiar más que al compañero no estudió nada. No, nada que ver, ni los honorarios que cobro tienen que ver conmigo, hay pacientes que quieren psicoanalizarse con un psicoanalista caro porque eso les hace bien y hay pacientes que quieren psicoanalizarse con un mercenario estúpido y poco inteligente, pues yo me tengo que someter a ser estúpido y poco inteligente para ese paciente que sólo se puede psicoanalizar con un psicoanalista estúpido y poco inteligente, gordo, feo y sin dinero, ¿entienden?
No hay nada en mí que pueda provocar nada en ustedes, si ustedes no están absolutamente convencidos de que lo tienen que hacer, por eso que cuando yo le pido algo al paciente, lo que le pido es que acepte el tratamiento, es decir que acepte el inconsciente, por eso que Lacan, que no es ningún estúpido, decía sólo someto a tratamiento psicoanalítico a aquellas personas que vienen a demostrar la existencia del inconsciente, no me pidan hora cuando tengan ganas de demostrar otra cosa. Porque la gente pide hora, ayer me pidieron una hora en público para demostrar que ella tenía razón, no se le puede pedir una hora a un psicoanalista para demostrar al psicoanalista que tengo razón, cuando pido una hora, tengo que pedir una hora porque estoy dispuesto a edificar toda mi vida en una creencia de la existencia material del inconsciente, entonces voy y pido una hora de análisis. Parecería que tengo muchas horas libres con esta última frase, pero se entendió, ojalá que lo hayan entendido bien todos, para que después lo utilicen. Para mí fue dura esta Conferencia, porque yo, entre el lucimiento personal y la presencia del discurso freudiano guiándonos, sobre todo para mí que podría tener bastantes ilusiones y con bastante fundamento, de poder elaborar una teoría psicológica que me desligue de la omnipresencia de Freud, sin embargo, reconocer que él ha dicho mejor que yo es lo que me salva, es decir que esa creencia que tienen de que lo hacen mejor que nadie, es una mala creencia, es una mala creencia, algunos de ustedes los he visto, son incapaces de someterse y perder absolutamente vuestra libertad a pensar de esta manera que dice Freud, bueno tampoco lo tienen que resolver ahora.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Duelo y Melancolia
