LA DEPRESIÓN

LA DEPRESIÓN

¿Qué es la depresión?

Es uno de los trastornos más frecuentes de la clínica. Se la llamó también una enfermedad sin rostro o lo que es lo mismo una enfermedad con todos los rostros, porque tiene el rostro de lo humano, en el sentido de que en algún momento a todos nos ha tocado estar deprimidos. Una considerable proporción de personas deprimidas nunca llega a ver a un médico. Se considera que sólo un 25% de las personas deprimidas recibe tratamiento. El término depresión es paradojal, pues alude a una emoción humana normal y al mismo tiempo a un grupo de fenómenos que son muy graves y muy patológicos.

¿Cómo es entonces, es una enfermedad o es una emoción normal?

La emoción humana normal es la tristeza, que es un sentimiento tan común que a veces no se registra como tal. Durante la vida se producen hechos tristes, como la pérdida de un ser querido, la pérdida de una ilusión, la pérdida de dinero, la pérdida no sólo material sino también la pérdida de los ideales. A esto le corresponde este sentimiento de la tristeza, que es una reacción normal. Se siente un profundo dolor por lo perdido.

Pero a veces este sentimiento doloroso persiste por mucho tiempo y allí las cosas cambian, deja de ser dolor, deja de ser un duelo por lo perdido y se transforma en un estado permanente de tristeza que modifica toda la vida del paciente y esto pasa de ser normal a ser patológico, a este estado se lo denomina melancolía, que es un estado muy grave que puede llevar a la muerte.

¿Así que la tristeza si no pasa se puede transformar en melancolía?

 Sí, el tiempo de duración de la tristeza, es el tiempo de lo que se llama trabajo de duelo, porque implica un trabajo. Este trabajo puede llevar hasta dos años. Al principio se producen desviaciones de la conducta normal y pasado un cierto tiempo se lo supera porque un duelo no es eterno. El sujeto tiene que retirar todas las ligazones que lo unieron al ser amado, paso a paso, cada uno de los recuerdos y situaciones que estaban ligadas al objeto perdido se irán clausurando,  y sustituirlas por otras, tiene que volver a poder amar, tiene que volver a interesarse por todas las cosas que le interesaban porque el dolor lo llevó a desinteresarse por el mundo exterior y a interesarse solamente por el mundo que pertenecía a su ser querido. Pero no todos reaccionan de la misma manera frente al dolor de una pérdida, porque no existen dos psiquismos iguales. Entonces cuando no sucede así el proceso no se resuelve y se hace permanente en el tiempo.

¿Y qué sucede entonces?

No pueden olvidar, más bien presentan formas de negación como si no hubiese ocurrido la pérdida. La sensación de la presencia del ausente es constante, es un presentimiento de presencia que a veces los lleva  hasta a mirar debajo de la cama, sin llegar sin embargo a tener ningún tipo de alucinación. Cuando llegan a la consulta, llegan con una desazón dolorosa, con una falta de interés por el afuera, han perdido la capacidad de amar, presentan una notable inhibición de la productividad y un empobrecimiento del sentimiento de sí.

¿Y de qué otra forma se manifiesta?

Con reproches, que hemos comprobado van dirigidos en realidad contra otra persona, a la que casualmente han perdido. Hay un proceso que se llama de identificación por el cual el propio yo del sujeto recibe en estos casos el tratamiento que correspondería al objeto abandonado. En el melancólico se producen en la misma persona, sentimientos opuestos, por un lado amorosos y por otro lado hostiles.

Todo esto va acompañado de mucha culpa que trabaja al servicio del autocastigo, por eso mismo que a veces corren peligro de muerte porque sufren una gran inhibición que les impide alimentarse, vestirse, levantarse de la cama. A veces el auto-castigo y los reproches son tan grandes que tienen fantasías suicidas, que por el proceso de identificación están dirigidas a la otra persona, la que las abandonó.

Dra. Norma Menassa

Médico y Psicoanalista de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero

www.grupocero.org

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