Sobredeterminación II

Viene de aquí

Cuando confío que el soñante o el psicoanalizado, asociando libremente me va a dar su inconsciente, cometo varios errores. Primer error: no tengo en cuenta que se trata de la asociación libre, pero en el campo de fuerzas que genera la transferencia. Segundo error: creo que el inconsciente existe, no solamente que existe sino que hablando puedo transformarlo en conciencia en tanto lo puedo decir.

No solamente es asociación libre en el campo de fuerzas que genera la transferencia, sino que, además, todas estas asociaciones deben ser interpretadas. ¿Interpretadas cómo?
Habíamos dicho que el método no era científico si no provenía de un objeto de conocimiento. Lo que determina que el método fuera de interpretación era la característica de ese objeto —el inconsciente— que se mostraba sólo a través de sus efectos y que, para negar a él, sólo era posible producirlo mediante la construcción, en tanto su tiempo es el futuro anterior y este método de construcción es la interpretación.

No por casualidad es una labor de interpretación la que hace el soñante al contar lo soñado.

No hay manera de saber acerca de la deformación producida sin conocer los operadores, los instrumentos que trabajaron la materia prima. No solamente interpreto algo, sino que interpreto y reconstruyo operadores, interpreto pero construyo condensación y desplazamiento. Digo: la energía ligada a una representación insoportable por el sistema de la conciencia es transferida a otra representación e invoco, sin querer, el desplazamiento. Pero no solamente invoco el desplazamiento sino también otra de las categorías fundamentales de la teoría psicoanalítica: el concepto de transferencia intrapsíquica.

El concepto de transferencia intrapsíquica no es la transferencia que ocurre entre el psicoanalista y el paciente, sino el concepto que da cuenta de esa relación. Es un error más pensar que la transferencia es lo que el paciente le dice a su psicoanalista que siente por él, sea amor u odio, deseo o inhibición. Esto que dice es, como cualquier otra palabra que pronuncie el hablante, discurso manifiesto. La transferencia es inconsciente; por lo tanto, después de decir, tendrá que asociar libremente en el campo de fuerzas de la transferencia, y si no hay interpretación que funde la relación transferencial, no existe relación transferencial. Porque los hechos para el psicoanálisis existen sólo después de haber sido interpretados.

Dijimos que un efecto está sobredeterminado cuando era producido por una estructura compleja, cuya articulación era sobredeterminada por un concepto y que esta sobredeterminación de la estructura el concepto la conseguía, teniendo una relación invariante con los otros conceptos. Por esta  relación invariante articulada en él —en nuestro caso el inconsciente— daba el nombre a la estructura que se llama entonces estructura del inconsciente. Quiero decir que el concepto inconsciente no abarca la totalidad de la realidad inconsciente, que dentro del cosmos de la realidad inconsciente, la ciencia psicoanalítica, proveyéndose de un concepto general de campo en el que opera —el aparato psíquico—, recortaba toda la realidad inconsciente y decía que del psiquismo del que iba a hablar era del que transcurría en los límites del aparato psíquico, que el inconsciente generaba y sobredeterminaba.

Cuando hablamos del inconsciente, hablamos de aquella realidad inconsciente determinada por la teoría del inconsciente que en ningún caso abarca la totalidad de la realidad inconsciente. ¿Esto qué quiere decir?

Quiere decir que en la práctica técnica psicoanalítica, cuando me voy a enfrentar con el objeto real a conocer, el inconsciente de fulano de tal, jamás, aunque lo intente, podré determinar todos sus contenidos.

Hay versiones filosóficas que asocian el concepto de sobredeterminación al de causa única y al de causa en última instancia, en las que todavía la religión y la determinación mecánica son las concepciones de lectura, es decir, donde aún no se ha ingresado al campo de la ruptura.

Lo que quiero mostrar es que la estructura sobredeterminante —el concepto inconsciente— queda relativizada, en su sobredeterminación, a lo que sobredetermina.
Toda interpretación psicoanalítica será de un contenido sexual, pero no toda la sexualidad puede ser interpretada. ¿Por qué? Porque el inconsciente es una estructura sobredeterminante. ¿Sobre qué? Sobre lo que sobredetermina, únicamente sobre eso.
No que en cualquier circunstancia, contexto o tiempo, puede haber una interpretación psicoanalítica, sino solamente en el tiempo del inconsciente. No en cualquier espacio de la realidad inconsciente, sino en el espacio de la realidad inconsciente que determina el contexto de aparato psíquico, de sujeto psíquico.

¿Qué es el sujeto? ¿Es el hombre?

Nada que ver con el hombre, sino lo que del hombre pueda determinarse teóricamente como particularidad de una ciencia particular. Un punto de relatividad en la inmensidad del cosmos. Esa es la relatividad de una ciencia.

Normalmente no nos llegan las ciencias sino su ideologización, por eso es que toda ciencia transmitida en estos sistemas nos resulta una maravillosa, contundente y totalizadora visión del mundo. Lo que quiere decir que la ciencia se transformó en ideología, porque la ciencia nace mutilada. Esta mutilación, ese recorte dentro de todo lo posible, le permite un cierto dogmatismo que ejerce sólo sobre lo que produce como sistema, es decir, sobredetermina aquello que cae dentro del campo que fue capaz de generar como concepto.

No haber comprendido el concepto de sobredeterminación nos puede llevar a ser unos amantes de lo profundo. Hay muchos psicoanalistas amantes lo profundo, amantes de la interpretación indiscriminada, van interpretando todo por la calle. Lo que aquí no está comprendido es concepto de sobredeterminación. La interpretación psicoanalítica no puede acontecer sino en el contexto que determina la teoría. Otro error de lo profundo es que su concepción del tiempo corresponde a la causación hegeliana, donde de un corte cualquiera de una particularidad puedo encontrar la totalidad del sistema, la causa, la idea cuyo desarrollo particular expresa y abarca.

Esta idea yace oculta en cada caso, profunda, inalcanzable. Tan profunda e inalcanzable que, en el sistema hegeliano, esa idea es Dios.

El texto sagrado en psicoanálisis no es Dios sino el texto manifiesto: lo que el soñante relata, lo que el psicoanalizado habla. Pensar que el texto sagrado está escrito en otro lugar que el texto manifiesto, es pensar que debajo del texto manifiesto aparece el inconsciente. El texto manifiesto muestra y oculta a la vez, es y no es en el mismo trazo, es presente y pasado en el mismo texto.

—¿El sueño y el habla transcurren en tiempos diferentes?

Cuando cuento un sueño en realidad estoy elaborando una materia natural Transformando la materia natural—el sueño— en materia prima —el relato del sueño—. Entonces, la materia prima que trabaja el psicoanálisis no es el sueño, es el discurso onírico. Y el discurso onírico es el habla del soñante. Lo que interesa al psicoanálisis es el proceso del habla, no del sueño. El sueño aparece en interés de la generalización de la teoría. Freud, en sus investigaciones con sus enfermos, descubre el inconsciente. ¿Por qué elige el sueño para demostrar su descubrimiento, es decir, producir el inconsciente? Porque soñar sueñan todos y quiere escuchar un habla que no provenga de un sistema psíquico enfermo por creer, como sus críticos, que por provenir de un enfermo le dará resultados diferentes.
Lo que vengo a comprobar con los sueños —dice Freud— es que el habla del normal—a partir de un sueño, no de un delirio— padece las mismas determinaciones que el habla de un neurótico.

Sobredeterminacion en Psicoanálisis

Libro: Freud y Lacan -hablados- 1

Miguel Oscar Menassa.

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