SOMA Y PSIQUIS O PSICOSOMÁTICO

La estructura en psicoanálisis es el lenguaje, éste es el  que se apodera del cuerpo. La estructura una vez incorporada hace el afecto. El afecto es lo que se desplaza, lo que no puede dejar de desplazarse.

En el caso de la enfermedad psicosomática cuando se incorpora la estructura hay un trastorno significante, hay una impresión fija, sin repetición, una detención temporal, el tiempo se fijó en algo que de ninguna manera hará historia porque es para no leerse ya que le falta su concatenación a otro significante, es decir, deja de desplazarse.

Lo imposible de capturar porque es transcurso, se hace posible con la anulación de la segunda parte de la operación significante, con desaparición del sujeto e impotentización del lenguaje en tanto que lo detiene en su efecto; que es separar el cuerpo del goce y confinar al mismo a ciertas zonas marginales llamadas zonas erógenas.

Es detectable un fenómeno de inversión, el goce deja su marginación de estas zonas e invade el cuerpo, copia del afecto o roba, el mecanismo de desplazamiento del mismo, pero evitando el gasto de la producción que es la pérdida de una libra de carne, que es en afanisis y en vez de desaparición del sujeto, se instala una localización desplazada, un atentado localizado en el cuerpo.

Habíamos pensado al cuerpo de una manera Spinoziana, cuando decíamos que nunca se sabe lo que puede un cuerpo, porque más allá de los límites de la materia corporal, existía una fuerza libidinal que como órgano se extendía hacia los objetos del mundo exterior para investirlos y esto determinaba un más allá del cuerpo, son objetos a la manera como son objetos del sujeto los a que pierde el cuerpo.

Este más allá del cuerpo, este órgano que se mueve en un espacio otro que es territorio libidinal, ésta extra-territorialización, esta extranjería constitucional estaría abolida en el psicosomático, que queda sin territorio extracorpóreo.

La libido queda a-funcionante y como libido muerta puesta en la lesión encerrada en un circuito impotente, es decir, sin la fuerza de realización adecuada que pulse hacia el mundo circundante. Un rechazo de ese otro en más que viene de afuera para interpretarlo.

En este caso la pulsación queda detenida, con pérdida de la existencia , esa dimensión de la realidad psíquica donde solo es después de haber sido interpretada, sin ser, sólo como des-ser merodeando lo consistente.

Esta especulación improductiva está emparentada con el fenómeno de la seducción al cual se asemeja y es la causa, a veces, de que ciertos fenómenos psicosomáticos cedan frente a la seducción, magos a los que visitan para que opere sobre ellos la magia del milagro que los curará.

Se establece entonces la analogía ocupando el lugar de la metáfora y con ella una sugestión prolongada, de alguna manera eternizada.

Hay también evitación del Otro como en la fobia, del Otro del significante, el posible de ser barrado, y en su lugar pone al cuerpo, que es lo que consiste como Otro.

Detiene el transcurso y la insistencia significante. El Otro es el cuerpo. Por lo tanto lo que tendría que pasar no pasa, esto en el sentido en que el símbolo perfora lo Real, o sea que lo Real como interrupción se convierta o se sustituya por una sustancia corporal complaciente que se deja llevar para que en ella algo quede impreso.

Una cuestión sobre el lugar define una alteración, ya que no será el lugar del Otro que finalmente será ocupado por otro sujeto de la ley significante, sino que el Otro es el cuerpo propio. Entonces paradójicamente el cuerpo propio se enajena, se vuelve extraño y se experimenta como cuerpo de otro.

El cuerpo propio funcionando como Otro lo convierte a éste en sujeto de la frase, el cuerpo es el sujeto como cuando se nombra al Otro como sede del lenguaje, sólo lugar donde se pueden inscribir esas palabras que restan, que no se pueden pronunciar.

Cuando Freud habla de la complacencia somática, habla de “un cuerpo que se deja llevar a escribir”, que remite a un Ello que está como anterioridad esperando para que Yo advenga Inconsciente o sujeto del inconsciente. Es lo que está en espera como impresión para que venga el S2 a darle sentido, y esta impresión se efectúa porque el cuerpo está ahí, esperando, nunca con verdadera independencia ya que de lo que se trata es de un cuerpo pulsional.

Al Otro del significante lo vimos como perteneciendo al registro simbólico, un menos uno que da cuenta de la tachadura del A, y al Otro del cuerpo lo vimos como un cuerpo otro, perteneciendo al registro de lo Real como más Uno. En este caso el Otro del cuerpo como propio, es el que recibe la impresión, que toma nota del acontecimiento traumático.

El fenómeno psicosomático sería entonces una imaginarización simbólica de lo Real que hace que no se pueda llegar a lo imposible, sino llegar a la impotencia

Norma Menassa

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