CEFALEAS
CEFALEAS
Las cefaleas constituyen uno de los motivos de consulta más frecuentes en la clínica médica. Se estima que más del 90 % de la población ha padecido alguna vez de dolor de cabeza, y hasta un 40 % está afectado de forma permanente o recurrente, lo que produce alteraciones considerables en el ritmo de vida, en la realización de las tareas cotidianas y/o en las relaciones personales.
Ante la presencia de un síntoma físico, como en este caso la cefalea, no se suele pensar en su posible relación con conflictos psíquicos o con alteraciones psíquicas, pese a que son múltiples los estudios que señalan claramente esta relación.
No podemos olvidar que existe una estrecha interrelación entre lo psíquico y lo orgánico y que cualquier alteración de uno de ellos repercute en el otro. Esto lo vemos claramente en reacciones cotidianas como el aumento de la frecuencia cardiaca o de la tensión arterial ante situaciones estresantes o un impacto emocional, o en el rubor que se produce ante una frase o una situación embarazosa o que nos produce vergüenza, y que consiste en una vasodilatación que provoca ese enrojecimiento cutáneo. Así mismo son muchas las expresiones del lenguaje que nos indican esta relación, frases como “esto me produce dolor de cabeza” o “esto me rompe la cabeza” nos lo muestran.

De los diversos tipos de cefaleas existentes la cefalea tensional y la migraña son las entidades clínicas más frecuentes, constituyendo el 60% y el 15% respectivamente del total de cefaleas. Dos trastornos donde los factores psicológicos (depresión, ansiedad generalizada, estrés, insomnio…), desempeñan un papel muy importante en el desencadenamiento o mantenimiento de la cefalea, así como en su cronificación.
La jaqueca o migraña es un trastorno periódico y recurrente, que suele comenzar en la pubertad y se caracteriza principalmente como un dolor unilateral, témporo-orbitario, pulsátil, acompañado de naúseas, fenómenos oculares y auras característicos como elemento premonitorio del ataque.
Los accesos tienen una duración variable pero comúnmente se extienden entre cuatro y ocho horas. A veces, un resabio doloroso puede perdurar durante los días siguientes al acceso. Es más frecuente en la mujer, y su incidencia disminuye notablemente tras la menopausia y durante los embarazos, connotando alguna cuestión ligada a lo hormonal, a lo femenino.
La jaqueca es producida por una vasodilatación ocasionada por factores diversos. Es interesante señalar que la masa encefálica no posee receptores para estímulos dolorosos, las únicas estructuras intracraneanas que los poseen son los trayectos vasculares y algunos sectores meníngeos. Paradójicamente, podría decirse que el cerebro es insensible al dolor.
Podríamos encuadrar las jaquecas dentro de los trastornos psicosomáticos, en los que existe una dificultad en desviar los estímulos orgánicos por vía psíquico, son personas a las que les cuesta pensar más allá de sus síntomas orgánicos, a las que les cuesta asociar cualquier malestar físico con una situación emocional.
Pero también las jaquecas, al igual que las cefaleas tensionales, como habíamos señalado, las podríamos relacionar con un cuadro de ansiedad generalizada, pudiéndose considerar como equivalentes de un ataque de angustia, es decir, que en lugar de presentar los síntomas típicos del ataque de angustia presentan dolor de cabeza episódico.
Un tercer factor a valorar ante la presencia de las cefaleas es el insomnio que acompaña en muchas ocasiones a las cefaleas. Son personas que tienen dificultad para conciliar el sueño o que presentan un sueño interrumpido por el despertar, como si tuvieran miedo a soñar.
Por último, mencionar aquellos casos en los que la cefalea es la expresión en el cuerpo de una frase, como aquella paciente de Freud en la que dolor era la puesta en escena de la frase “lo sentí como una bofetada” ante unas palabras que le dirigieron, situación esta propia de una neurosis histérica.
Como vemos son muchas las cuestiones psíquicas relacionadas con una cefalea. Lo más habitual es recurrir a un fármaco para calmar el dolor, un fármaco con el que en cuadros clínicos crónicos se establece una situación de dependencia, en lugar de pensar cual es el conflicto, la sobrecarga emocional o la culpa inconsciente que está jugando un papel determinante en la aparición de la cefalea.
Se trataría en estos casos de transformar ese síntoma en una frase o en transformar esa frase dolorosa que le permita al sujeto construir no sólo su salud física sino también su salud psíquica. Implicarse en esa construcción y no ser un mero espectador de la misma es lo que le permite el psicoanálisis a todo aquel que desee ser el propio actor de su vida.
Pilar Rojas Martínez
Médico y Psicoanalista dela Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero
DEPARTAMENTO DE CLÍNICA GRUPO CERO
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