SOBRE EL DESARROLLO PSICOSEXUAL Y LA LEY TRANS

El desarrollo psicosexual en el sujeto humano se desarrolla en fases, en las cuales, predomina, en cada una de ellas, una zona erógena de la que parte la pulsión, la fuente, un objeto, al que se dirige la pulsión, y un fin. Por ejemplo, en la fase sexual oral la zona erógena es la boca, el objeto es el pecho materno, y el fin la satisfacción. El niño, mientras succiona el pecho para extraer la leche, satisface no solo el hambre, sino también la pulsión oral sexual. Luego ese comportamiento, el chupeteo, se hará independiente del objeto, el pecho, y el niño se procurara por medio del dedo o del chupete, el mismo placer, ahora ya separado de la satisfacción alimenticia.

En la etapa anal, con el control de esfínteres, es la zona anal la erógena, y el objeto el excremento en su paso por el canal del intestino. El niño, en esta fase, no solo satisface una función biológica, la de expulsar las heces, sino también experimenta un placer, en su paso de las mismas por la zona anal. Además en este momento evolutivo empieza a constituirse en el dar y el recibir.

No es hasta la fase fálica, en torno a los tres años de vida, que el niño centra su interés en los genitales, el pene, en el caso del niño, y el clítoris, en el caso de la niña.

Probablemente, nos dice Sigmund Freud, sean las labores de higiene, además del tocamiento fortuito del niño de esta zona de su cuerpo, la que le haga descubrir la existencia de los mismos.

A partir de este momento, el niño y la niña empiezan a mostrar interés por los genitales y hacen su primer descubrimiento sexual, y es que hay unos niños que tienen una cosita que otros no tienen. Los niños no son capaces de integrar la diferencia entre los sexos, de tal manera que el carácter diferencial consiste en que no admite sino un solo órgano genital, el masculino, para ambos sexos. Podemos también añadir que el clítoris es como un pene pequeño, siendo, en este momento, masculina también la sexualidad de la niña. La antítesis será genital masculino- castrado.

Solo es con el término de la evolución en la pubertad donde llega a integrarse la diferencia sexual anatómica, y es cuando se integra el órgano genital propiamente femenino, la vagina, desaparecido hasta ese momento.

Con esto podemos decir, que no es hasta la finalización de la pubertad que el humano integra los dos sexos, la diferencia sexual anatómica propiamente dicha. Lo específicamente femenino se integra más tarde en el curso del desarrollo.

Una ley como la ley trans no tiene en cuenta estos descubrimientos del psicoanálisis con respecto al desarrollo psicosexual de los niños y la integración de la diferencia sexual, permitiendo que niños en desarrollo, que están constituyendo su identidad sexual y su identidad como sujetos, entren en una espiral de decisiones que interrumpe su desarrollo. A los niños, a los púberes, a los adolescentes, hay que dejarlos crecer, hay que permitir sus transiciones en la construcción de su constitución sexual, y no pretender definir precozmente, de forma apresurada y sin ningún criterio científico, más que el único de que el niño o la niña dijo o comentó querer ser del otro sexo, su identidad sexual.

La construcción de un sujeto psíquico, de la sexualidad de un sujeto psíquico, es mucho más compleja de lo que las modernas teorías psicológicas nos quieren hacer ver, y solo hay que observar las grandes discrepancias, los diferentes efectos y las complejidades y problemáticas que una ley construida en base a un sentimiento, la ley Trans, ha traído consigo.

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Pino Lorenzo

Psicóloga y Psicoanalista

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