LA CONSTRUCCIÓN VIVIENTE

LA CONSTRUCCIÓN VIVIENTE

“Los fantasmas, en efecto, en cierto grado, en cierto límite,

no soportan la revelación de la palabra.”

J. Lacan

Si entendemos el mecanismo de los sueños, es porque Freud nos legó el Psicoanalisis. Y si estamos en el psicoanálisis, nuestras huellas forman una relación por definir, un anagrama que es preciso recordar en el análisis de las alternancias de la inteligencia imputando a la nocividad persecutoria el perjuicio de nuestra experiencia en el proceso lógico dialécticamente expresado en la extension del sujeto de la palabra.

Como de identificación sublimada cuya naturaleza sin motivo designa el retorno de las antinomias mortales que con más frecuencia hubiéramos podido inferir de la cosa por un ejercicio continuo. En este interés admirable que constituye el doble sentido de expresión bien conocida, les ruego examinar la estructura significante que articula el uso puro de una verdadera conversión dialéctiica por una objetividad efectivamente psicoanalítica.

Otra cosa seguirá siendo la transferencia en cuanta ruptura resulta de la relación analítica. Pues es ciertamente aquí donde se trata de gobernar esa forma imaginaria por la condición primordial y estructural de una ilusionismo fundamental que reside en la razón amor-pasión.

Nuestra ciencia no es un secreto para el hombre moderno, su rigor ya sea por la efusión del sujeto hacia una frustración libidinal que lo determine en cuanto engendra los argumentos compulsivos del fundamento de la humanidad que ha logrado imponer todos los medios que estaban en su poder, en todas las épocas, en que el momento en que su sensibilidad recupera el sentido y vuelve a encontrar lo que enmarca el discurso, recreando un sentido humano con los recursos de la lengua.

Nada más grande en el hombre que ese acercamiento realizado al significante, por mediación del análisis, separándolo de Das Ding, heredero de la verdad reconocida por los manejos de la defensa, que el saber del analista considera como el artificio supremo para la comprensión del vehículo de la experiencia.

En ese momento lo capta, alienado en esos fantasmas, regenerando la Ley que funda la historia del sujeto en el movimiento del símbolo.

II

En una relación variable que constituye su determinismo, el sujeto no puede dejar de quedar impresionado de la creación simbólica que le ofrece por destino nuestra disciplina. Es en comparación a su mundo que se pregunta y que muestra más de un rostro. Que se califica el fundamento de su estructura en cuya comunidad plantea lo que en él encuentra: la falla del sistema que haría recaer el uso significante en cuanto al hecho del inconsciente. Su templo reposa ahora en la observación de un equilibrio, y nuestra máquina da la condición de poder encontrar los orígenes de su Yo en una ideología imaginaria que en el momento que se estructura en el significante favorece en verdad su subversión.

Sobre el significado, el deseo capta sus efectos de analogía, muestra el conjunto de las estructuras por añadidura distribuyendo las partes de lo imaginario en los atributos de la dinámica por mediación de las palabras, por el hecho de cubrir con palabras la representación que lo representa.

Y así el sujeto no puede dejar de quedar impresionado por el destino que le ofrece nuestra disciplina en el momento que su verdad acontece formada de un núcleo verbal que escuda el prefacio de sus obras.

III

Es el falo lo que simboliza toda la primera parte del camino articulando el trabajo de construcción de su vida mental.

Virginia Valdominos

Psicoanalista del Grupo Cero

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