PRODUCCIÓN DEL INCONSCIENTE ***2ª parte***

PRODUCCIÓN DEL INCONSCIENTE ***2ª parte***

(viene de aquí)

(del libro Freud y Lacan, hablados 1)

Freud, cuando comienza a trabajar en La Interpretación de los Sueños dice, la materia prima no ha de ser el sueño soñado, no ha de ser el sueño real, el sueño vivido. Nuestro nivel de objetividad será el sueño contado, es decir, será verdaderamente una materia prima, el sueño contado ya necesitó un pequeño trabajo de elaboración para ser contado.

Nuevo nivel de objetividad, porque con los elementos que me ofrecían las epistemologías empiristas, no podía determinarlo como objeto, en tanto jamás podía saber si concordaba o no concordaba con la realidad. Las características de estas ciencias actuales, ciencias conjeturales, permiten esto que no permitía el empirismo, ese nuevo nivel de objetividad.

Un fragmento, un trozo discurso va a ser trabajado por Freud con tres instrumentos: el famoso y tan cuestionado “principio de constancia”, que no es de ninguna manera el principio físico de constancia sino que es la filosofía que se desprende del principio físico de constancia. Otro instrumento de una cuantía incalculable porque hasta aún hoy permanece como instrumento de lectura psicoanalítica, es una concepción filosófica que se estaba gestando en la época de Freud y que tendía a mostrar que lo que aparecía no era lo verdadero, sino que lo que aparecía era la apariencia y la verdad de esa aparición era latente. Instrumento que permitirá que todo material que pase por el ojo del observador se divida automáticamente, en manifiesto y latente. El otro instrumento que Freud utiliza es una categoría general donde se van a incluir estos fenómenos, es decir el campo.

¿Dónde acontecen los fenómenos psíquicos?, los fenómenos psíquicos acontecen en el aparato psíquico y en ningún otro lugar.

Esta categoría general, Freud la toma de su libro anterior Proyecto de Psicología pero vaciada de su contenido, es decir, la noción de un aparato que tiene como mínimo dos instancias y una censura entre ambas.

Habíamos dicho que en la materia prima no estaba el resultado final, el producto. Tampoco en lo que cuenta el soñante, en el discurso onírico está el objeto inconsciente. Habíamos dicho también de la mesa que no estaba en la madera, tampoco estaba en los instrumentos con los cuales se trabajaba la madera para que apareciera la mesa.

Entonces, tendríamos que decir aquí que el concepto inconsciente no va a estar en los instrumentos con los cuales trabajo la materia prima, sino que por ser efecto producto de un trabajo —en este caso un trabajo teórico—, será otra cosa, será un otro respecto de aquello de lo cual proviene.

Era como haber rigidizado el proceso mediante el cual Freud accede a la producción del concepto del inconsciente, porque tres características fundamentales: hablar, soñar y no interrumpir, son peculiaridades de toda relación psicoanalítica que pone en juego el objeto de conocimiento inconsciente; él habla, sueña, y todo esto lo hace sin interrupciones.

Es precisamente en este punto donde, en la construcción del objeto inconsciente, se produce el concepto de transferencia. Ahora Freud va a entender, por que él sentía pero no sabía por qué sentía, que Elizabeth se movía a su alrededor como si él fuera su padre. El veía, le pasaba como a nosotros cuando miramos el sol, él reconocía el fenómeno para que apareciera así frente a su vista. El veía a Elizabeth moverse alrededor, pero tenía un prejuicio, creía que era alrededor de sí mismo como si él fuera su padre. Si hubiese tenido el concepto de transferencia, hubiese sabido que se movía alrededor de su padre. Cuando Freud va al Proyecto de Psicología, renegando de los avances, renegando de la conversación con Breuer, éste le había dicho que el psiquismo necesita, para ser explicado, explicaciones psíquicas, Freud no dice eso cuando va al Proyecto, dice: voy a encontrarle el fundamento orgánico. A esa decisión lo llevó la transferencia con Elizabeth porque era ella la que le dijo que lo que él había pensado no servía.

Es tan revolucionario el descubrimiento freudiano que no consigue nunca ponerse de moda. Mientras que nosotros sabemos —algunos de nosotros—, por nuestra práctica personal, cómo desprendimientos de la teoría freudiana se han puesto de moda. Y así tuvimos de moda muchos tipos de psicoanálisis que en ningún caso fueron freudianos.

Con Freud lo que se hace es no leerlo, criticar su ser burgués como si el inconsciente fuera de alguien, como si la tierra girara alrededor del sol para alguien, y esto nos hace preguntar hasta dónde se escamotea, hasta dónde se saca de circulación el descubrimiento producido. Ni una sola de las instituciones psicoanalíticas que yo conozco ha dejado entrar en su seno el concepto inconsciente, en tanto la distribución y el uso de la economía y de los afectos, siguen siendo en las corporaciones psicoanalíticas, exactamente, igual que en cualquier otro tipo de institución. Este parentesco se debe al cogito cartesiano que, paradojalmente, es lo que el psicoanálisis viene a subvertir.

Que las instituciones y las corporaciones psicoanalíticas, más que mantener el descubrimiento, más que modificar el método —condición de todo método científico para serlo, su posibilidad de rectificación—, hicieron del descubrimiento, un dogma, negando hasta estipular condiciones de salud. Si usted tiene buenas relaciones sexuales, sociales y goza de una buena economía, está psicoanalíticamente sano.

Se llegó a creer que el sujeto asociando, podría llegar a su inconsciente, podría llegar a enunciar contenidos inconscientes. Cuando Freud dice claramente en su primera tesis en el capítulo de “Método de la Interpretación Onírica” que el sueño tiene sentido, pero tiene sentido si se lo interpreta científicamente con el método psicoanalítico que permite construir en la tesis donde el sueño tiene sentido, que el sentido es una realización de deseos.

Razón que mantuvo durante mucho tiempo ciegas a muchas corporaciones psicoanalíticas, en tanto buscaban en las profundidades del ser, el inconsciente. Como si el inconsciente se pudiera pescar, como si se pudiera atrapar, como si el inconsciente pudiera agotarse en su sentido. Como si el inconsciente algo tuviera que ver con el ser.

El deseo inconsciente es inmortal, sueño porque cuando sueño deseo y si no deseo estoy muerto, por eso sueño, sueño porque cuando estoy dormido es la única manera que tengo de desear.

Deseo, para Freud, que en su constitución genera y determina lo que estamos acostumbrados a sentir el centro de nuestro ser: la famosa y tan vigilante conciencia, órgano perceptual que, como todos los órganos perceptuales, quedan contrariados por los descubrimientos científicos.

Veo el sol con mis propios ojos girar alrededor de la tierra, he sido engañado. Creo que amo a esa mujer, he sido otra vez engañado. Creo que estoy tocando a este hombre. Quiero decir que la conciencia —en tanto órgano perceptual— caería en la ilusión de la apariencia. Para Freud, en la conciencia nunca podría acontecer la verdad, por eso que pone en cuestión precisamente a todo aquel que piensa donde es, porque el pensamiento inconsciente acontece donde el sujeto no es, en el inconsciente.

Acontece en aquel tiempo que al hombre le falta. Deseo que por haberse constituido de tal manera estará condenado a no poder expresarse nunca como tal.

Continúa la lectura aquí

MIGUEL OSCAR MENASSA
FREUD Y LACAN – hablados 1
Editorial Grupo Cero

Comparte en tus redes sociales

También te podría gustar...

Deja una respuesta